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martes, diciembre 19, 2006

Mi historia con la comida

Mi historia con la comida

Durante mi niñez íbamos todos los veranos a Córdoba, al pueblo de mis padres. Allí, para los vecinos de mis tíos, los niños con los que nos íbamos nuestros primos y mi hermano y yo, siempre fui el gordo. Ellos eran muchos, debía de ser una familia con 8 o 9 hermanos y para todos yo era el gordo. En las fotos más antiguas con mis primos en la piscina ya se me veía tripa.

En casa de mis abuelos paternos siempre nos recibían con mucha comida. Allí todos eran gordos. Mi tía carmen era enorme, y su hija, mi prima Verónica también. Recuerdo que comían con mucha ansia. Mi abuelo Miguel también era muy grande y siempre estaba malo. Muchas veces no se podía mover. En aquella casa siempre había mucha comida. Mi tío Antonio si era delgado pero era inestable mentalmente. Supe que todos mis tíos por parte de padre, habían tenido problemas mentales en la juventud o adolescencia, incluso mi tía había estado ingresada en un psiquiátrico y llegue a escuchar que literalmente, “se arrancaba los pelos a tirones y chillaba”.

Mi abuelo Miguel sintiéndose muy mayor y con su salud física amenazada, fue quien encontró un guru de la nutrición al que llamaban "el moro". Mi abuelo caminaba se iba al centro de mayores caminando, y luego hacia dieta. Pero además tomaba pastillas que creo eran como diuréticos, por que les hacían mear. Se las tomaban justo después de comer.

Nos llevo a todos. Aquel guru de la nutrición decía que teníamos un problema de tiroides y nos vendía las pastillas que nos hacían mear. Recuerdo un viaje de Córdoba a Málaga, que había comido una manzana, y con las pastillas, y tuvieron que parar lo menos tres veces por que no podía parar de mear.

Durante mi época escolar primaria desayunaba en casa. Pero luego mi madre después de desayunar, camino del colegio, siempre nos compraba un bollo, o donuts o cuernos, en la misma tienda. Creo que era por la prisa con la que salíamos de casa que no nos daba tiempo de desayunar bien.

De otros niños recibí palizas y abusos. Sufrí marginación de otros niños a causa de ser diferente, por ser gordo. Desde pequeños yo y mi hermano tuvimos un mote referente a nuestro sobrepeso. Éramos señalados con el dedo y acosados, por ser diferentes.

Tuve muchos motes. A mi, ser excluido, ser tratado diferente me dolía mucho Ahora me doy cuenta de que era muy sensible, todo me dolía. Era tímido, asustadizo, y rellenito. Huía de otros niños. Solo salía a la calle para ir y volver al del colegio / instituto a casa. Aun así me las apañe para tener algunos amigos, pero me llegaron a decir que yo era culpable de mi situación, por ser tan sensible y por ser gordo, aunque no con estas palabras.

Los veranos solo salía a partir de las ocho de la tarde con mi bicicleta. Yo era muy malo en todos los deportes por mi físico y siempre se reían de mí. Incluso mi profesor de karate se reía de mí y deje de ir. Durante una época me refugie en la soledad de la bicicleta. Atacaba mi gordura así, me movía por la ciudad, y era por que podía ir rápido con ella y no me cogerían, era un elemento de huida. De huir de otros niños, mis enemigos, de luchar contra mi cuerpo. Aun hoy que estoy de nuevo en Madrid no he vuelto al viejo barrio ni buscado a aquella gente de mi pasado. Todo lo que recuerdo de aquella época era comida y dolor. Se que en el fondo le tengo como mínimo respeto (si no algo de miedo) a dejarme ver por allí.

Durante toda mi adolescencia seguía comiendo y engordando inconsciente, y machacándome con la bicicleta.

Recuerdo esperar con ansia el recreo para comprarme bocadillos de tortilla en el instituto. Mi madre sabia que yo era de comer mucho y por eso escondía la comida. Lo hacia para que mi hermano y yo no la encontráramos. Sobre todo los dulces pequeños. Ella los llamaba “nidos”. Era experto en rebuscar por toda la casa buscando la comida escondida, y luego mi madre decía “ya habéis dao con el nio”, “a esta casa no se puede traer nada, to os lo coméis”, y cosas así. Aun hoy día mi hermano y mi madre siguen con ese tira y afloja, y sigue escondiéndose la comida.

La compulsión siempre estuvo ahí. Recuerdo que una vez vino una visita y pusieron una tapa de chorizo de mi pueblo. Se fue la visita y yo me la quise terminar, ya que había sobrado medio plato. Me encabezone. Aquella clase de embutido grasiento me gustaba mucho. Mi madre me lo negó. No, no y no. Era todo su freno ante mi compulsión, como a muchas otras cosas. Ella no quiso, y yo revente un cenicero contra el suelo de rabia. El cenicero se rompió y me corto la mano. Cinco puntos y veinte minutos de hemorragia. Todo por medio plato de chorizo. Y aquel año por que no podía escribir por tener el canto de la mano lleno de puntos, no me pude presentar a los exámenes de mis estudios. Todo por medio plato de chorizo, un curso al traste. Ahora veo que era muy compulsivo.

Por aquel entonces intentaba vivir a pesar de mí sobre peso, hacia hasta deporte. Tuve épocas de gimnasio. Me destrocé las muñecas. Tuve épocas de escalada deportiva, y nunca me paso nada. Incluso me divertía. Yo vivía en una constante depresión, sobre todo por la falta de pareja debido a que no me gustaba mi físico, no me gustaba a mi mismo. Así que no salía de fiesta, no ligaba, no iba a la piscina ni a la playa, por que me odiaba. Yo me auto engañaba diciendo que yo hacia otras cosas. Iba a los bares de tapas de Málaga y pedía lo más grande, y me lo comía con placer y orgullo. Cuando mi madre me decía que no comiera yo me daba sonoras palmadas en la barriga y decía en voz alta mira que bien criada la tengo. Ella también se reía de mi preguntándome de cuantos meses estaba embarazado. A mi hermano el novio de una prima mía le decía que le hacia falta sujetador.

Yo en el fondo por aquel entonces odiaba mi cuerpo y lo disociaba de mí. Me daba asco a mi mismo, pero seguía comiendo sin plantearme nada. Eso si, beber ni fumar no, que yo sabia que me jugaba un infarto, y le tenía mucho cariño a la vida, siempre esperando una época en la que fueran mejor las cosas.

Cuando se divorciaron mis padres, no recuerdo si comía mas o no, si se que estaba hecho polvo, y que por aquel entonces si estaba engordando mucho.

Termine de estudiar y empecé a trabajar. En un trabajo que tuve, en un cibercafe, me daban la cena gratis. Yo siempre esperaba la hora de la cena con alegría. Era el momento del día. Me hice amigo de las camareras que me hacían la comida. Trabaje también en una tienda de informática donde me tenía que lleva la comida a medio día. Comprábamos en supermercados, en tiendas de comida para llevar o nos llevábamos comida para casa. Un día un compañero de trabajo se trajo algo muy rico hecho por su madre. Yo había comprado mi comida en un supermercado y me la comí. Mi comida ya de por si era mucha. Luego lo que le sobro a mi amigo, me lo comí también. Y me dio un dolor muy fuerte en el costado. Fue un cólico por un atracón. No vomite, pero no se lo que paso. Termine en el hospital con un gotero, haciéndome toda clase de pruebas para saber que me pasaba. Y no me daban una respuesta clara los médicos. Pero yo lo se. Fue por una sentada de mucho comer. Mi madre no fue al hospital a verme, pero tampoco se lo tengo en cuenta. Y mi jefe se enfado por que al día siguiente no fui a trabajar y tampoco fui al medico. Yo sabía que lo que necesitaba era tiempo en cama para digerir todo aquello. El dolor pasó y nunca más lo he vuelto a sentir con igual intensidad, pero creo que pudo ser una piedra en la vesícula. Cuando me vi rodeado de médicos por haberme pasado con la comida fue la primera vez que pensé que quizás estaba haciendo algo mal, pero el tiempo paso, y no le di importancia.

Tiempo después y en otras circunstancias se cruzo una mujer en mi vida. Ella era la hermana de mi mejor amigo y estaba separada. Tenía un hijo de su anterior matrimonio. Yo no me acerque a ella, fue ella la que vino a mí. Buscaba un padre para su hijo y ella se acerco a mí con la intención de usarme. Yo era buena persona, pero a nivel de pareja ella se iba con otros. Aun así yo era tan inocente y estaba tan deslumbrado que no me di cuenta. Yo hasta entonces había pensado que siempre estaría solo por que no me gustaba mi cuerpo y pensaba que jamás iba a ser capa de gustarle físicamente a nadie. Y efectivamente así fue, ella quería mi mente y mis sentimientos, pero no mi cuerpo. Me vieron sus amigas y le dijeron algo parecido a “como te puedes ir con el gordo ese”. Fue muy cruel.

Caí en una depresión. Me odie a mi mismo y a mi cuerpo. Me torture por haber perdido lo que mas quería. Hasta aquel día mi físico, y la comida, nunca habían sido para mi un problema en mi vida. Fue un punto y a parte. Me cambie el chip en la cabeza de comer a no comer. Quería estar delgado. No por ella. Si no por mí. Para que la próxima vez que se me cruzara una mujer no estuviera por medio el problema de mi físico. Aprendí a modificar mi físico con mi manera de comer. Creía que mis problemas se solucionarían cuando encontrara pareja y que eso no pasaría hasta que adelgazara. Pensaba que el hambre era mi amiga, que mientras tuviera hambre era que estaba gastando mis abundantes reservas. Me hice vegetariano. Me lo tome como vivir a dieta. Pensaba que si mi cuerpo estaba en mi contra y quería guerra, tendría guerra. Comí una vez al día durante mucho tiempo, no se cuanto, un año dos, tres. Funciono, adelgacé. Mucho, y rápido. 40 kg en un año.

Así fue como volví a nacer. Pero adelgazar no fue la panacea. Ya no era un comedor normal como las demás personas. Me volví superdelicado con la comida. Conocí lo que era la culpabilidad por comer algo que sabia que me podía hacer engordar. Me tacharon de anoréxico, y puede que rozara la anorexia en algún momento. Y por ello perdí amigos. Adelgazar para mi no fue el paraíso como esperaba, pero si fue bueno. Durante un tiempo fui feliz. Estaba contento con mi nuevo físico. Conocí mujeres a las que quise, y ellas parecían quererme. Soporte un primer desengaño pero no se reflejo en mi manera de comer. Pero la comida se estaba colando poco a poco por que había relajado mis hábitos. Estaba ganando peso lentamente.

Entonces, un verano, que estaba trabajando en Marbella en una empresa dedicada al espectáculo, la música, y el mundo de la noche, me tope con alguien que era una persona muy adicta a las drogas. Esta persona, además, tenía poder sobre mí, por que era mi jefe. Veía que mi vida, mí sueldo, mi sustento, estaba en manos de alguien que me usaba como una herramienta, y que gastaba mucho dinero en drogas. Pase mucho miedo y angustia. Esto también se me junto con un fuerte desengaño amoroso, otra vez. Aposte por una relación en la que ella me estaba usando para vengarse de una relación previa. Todo esto se mezclo en mi cabeza y mis sentimientos y estalle.

Empecé a comer de manera destructiva. Empezaron los atracones.

Sentía mucha culpabilidad por darme un atracón. Y luego dejaba de comer varios días para compensarlo. Mi manera de comer una vez al día se convirtió en el atracón diario. Estaba dialogando con la comida, luchando con ella, intentando controlarla. Estaba desesperado por que no podía controlar lo que comía cuando tiempo atrás si había podido. Subí peso rápido. Al final tuve que dejar el trabajo por que no pude soportar más el maltrato que me estaban causando.

Encontré oa buscando ayuda por Internet, desesperado. Había comprado un par de libros de dietas, para intentar controlarlo, pero no me funcionaron, todo lo contrario. Eso si, yo tenía claro que lo mío era adicción, compulsión por la comida. La idea de ser adicto a la comida ya se me había pasado por la cabeza muchos años antes. Encontré oa cuando aun estaba trabajando. Me costo tres meses decidirme a ir a una reunión presencial. En este intervalo me puse ultimátum, me prometí a mi mismo, hice de todo. Pero nada funciono. Antes había buscado el apoyo en otros vegetarianos que necesitaba, y buscando lo encontré en oa. Empecé en las reuniones por Internet, (comencé un diario donde relataba mi experiencia, que aun hoy día sigo con el), y en cuanto pude fui a mi primera reunión presencial, donde quede con un compañero de mi ciudad al que había conocido en el Chat de oa.

En mi primer año en oa logre tener periodos de abstinencia. Al principio de llegar pensaba que esto no era para mí, que yo solo necesitaba que me refrescaran la memoria. Darme miedo viendo a los que estaban mal para yo poder recuperar el control con la comida que tuve. Pero seguía recayendo y levantándome.

Mi relación con la comida fue cambiando a medida que iba aprendiendo más sobre la enfermedad, y sobre como la adicción actúa en mí para paliar el dolor. Llego un momento, al perder el primer mes de abstinencia, que fui consciente de que mi vida tenia que cambiar si quería estar abstinente de forma permanente. Además perdí la abstinencia de un mes de la manera más tonta posible, durante una comida de trabajo. Como no podía arreglar, ni controlar ni mitigar ni paliar la principal fuente de dolor en mi vida en aquel momento, huí de ella. Una compañera me comento que ella no había logrado estar abstinente hasta que se independizo.

Yo lo había pensado muchas veces, pero nunca me había atrevido por miedo a no tener el suficiente dinero. Pero necesitaba salir de aquella cocina por que el volver de juerga a altas horas de la mañana y pasar por delante de la cocina, con la barra americana, era superior a mis fuerzas. Comer a puerta de nevera abierta viendo la tele y de pie, como la disposición de aquella cocina me incitaba, me estaba destruyendo.

Por aquel entonces después de dejar el trabajo de marbella, trabajaba en casa en formato freelance. Así que estaba todo el día en casa. Me podía separar poco del ordenador. Al levantarme tarde no desayunaba. Bajaba de mi cuarto a comer y mi madre aprovechaba para hablar conmigo y hablarme como es ella, de dinero y de sus problemas, con lo que yo me agobiaba. La hora de comer siempre era para mí una fuente de conflicto y dolor, que yo por supuesto mitigaba comiendo. Y por la noche no cenaba por que me pillaba trabajando.

Fue mi peor época junto con la de antes de entrar a oa. Estuve una época de unos 15 o 20 días de la cocina a la cama y de la cama a la cocina. Seguía yendo a oa. A veces iba a las reuniones con muchas ganas de llorar, por que aquel día solo había parado de comer para ir a la reunión. Pero ahora se que no lo estaba haciendo bien, no estaba trabajando el programa como se debe.

Al estar la comida apoderándose de mi, fallaba en el trabajo y me llamaron a las oficinas de la empresa en Madrid. Me dijeron que no estaba funcionando como trabajador freelance y me pusieron sobre la mesa trabajar en la oficina. Me agarre a esa oportunidad como un clavo ardiendo. Di el paso. Me fui sin mirar atrás. Me vine en parte por la fama de buena recuperación que tienen los grupos de oa de Madrid.

El salir de aquella cocina que tantos atracones me ha visto darme fue una liberación. Tener lejos la influencia negativa de mi familia, que para mi es toxica, fue muy positivo en mi desarrollo hacia la recuperación en oa. El saber que solo tengo que comer mi comida, por que la otra que veo en casa no es mía, es de mis compañeros de piso, me ayudo también. Empecé a trabajar el programa mas en serio, yendo a reuniones tres veces por semana. Logre encadenar casi 6 meses de abstinencia. Perdí todo el peso que me sobraba que había ganado en mi época de recaída. Pero era una abstinencia por inercia. Por que había salido del ambiente que me llevaba a comer, y se que realmente no me lo estaba trabajando como se debe. Así pues, al siguiente palo de la vida volví a recaer.

Para mí la combinación de mujeres, trabajo o familia, con comida a la vez, es un cóctel explosivo. Llevaba un verano teniendo resbalones por que no me iba bien en el trabajo y estaba intranquilo. No estaba de atracones, y doy gracias por ello, por que solo estaba teniendo resbalones, pero ahora veo que eso era estar en recaída, solo que no quería verlo. Y se me junto algo muy peligroso. Una chica que me gustaba, que estaba siendo acosada por un antiguo jefe que me debía un mes de sueldo. En una cena con todos los de mi anterior empresa. No pude soportar la combinación de amor+trabajo, y la angustia me supero. Recaí.

Recuerdo el atracón claramente. Se me cerró la mente, me llene de miedo y terror. No veía a los lados literalmente, solo de frente. Me temblaban las manos y tenia el pulso acelerado. No podía articular dos pensamientos seguidos. Estaba hecho polvo mental y emocionalmente. Las manos se me iban y solo quería comer. Me vi otra vez registrando armarios, robando comida que no era mía. Estuve una mañana entera en la oficina que no podía parar de comer. Ahora se que la recaída esta ahí a un solo bocado de distancia y que no quiero estar así por que pierdo mi propio yo. Pero me siento feliz por haber recaído, por que me hizo ver muchas cosas. Como cuales son las cosas que me originan dolor y que me pueden llevar a comer. Me hizo ver que necesito el programa por que estoy enfermo. Me hizo ver que no lo estaba trabajando bien. Y fue tocar fondo otra vez. Un toque de atención de la enfermedad.

Así que agache la cabeza, me trague mi orgullo, y empecé, por fin, a hacer caso de lo que me decían, que tan bien les ha funcionando a otras personas que viven en recuperación. Cogí un padrino. Empecé a escribir agradecimientos y a hacer un plan de comidas. Empecé a meditar / rezar de vez en cuando, según me lo pedía mi estado emocional. Escuche a los que llevaban mas en oa que yo y que su recuperación me gustaba.

Y fui consciente que el cambio tenía que ser profundo a todos los niveles, a todas horas del día. Comencé una reprogramación mental. Comencé a comer tres veces al día, no siendo solo fruta una de las comidas. En el camino de salir de esta ultima recaída, creo que halle mi manera de trabajar el programa. Y mi abstinencia para no perder más peso. Perdí el miedo a engordar si comía más de una vez al día. Me di cuenta que la báscula y el peso pueden ser tan dañinos para mí como un alimento compulsivo por que montarme en la báscula cuando no debo y según el resultado me puedo venir abajo nada mas bajarme. Y también vi como las relaciones afectan mis emociones, y empecé a pensar que por ahora no quería una relación por que me puede destruir. Tome consciencia de que debía aprenderlo todo de cero como un niño vuelto a nacer, empezando por comer, como relacionarme sanamente con otras personas, etc etc.

Ahora me siento un adolescente. Alegre de seguir viviendo en recuperación. Aprendiendo todo de nuevo, a vivir de una manera que no me haga daño. Por que para mi estar bien emocional, mental y espiritualmente, es cuestión de supervivencia.