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miércoles, junio 27, 2007

De como la fe y la espiritualidad son la única manera para mi para escapar de la destrucción de la compulsion por la comida

Al llegar al tercer paso ya he admitido que no sabía vivir, que mi manera de vivir me estaba destruyendo por que me llevo a una frustración y depresión tal que termine dándome atracones de comida para poder soportar el dolor de mi vida. Admití que no podía solo, que no había fuerza de voluntad en mi, y que la ayuda que me habían prestado otros no me era suficiente.

Cada vez que yo intentaba controlar la comida era peor. Los médicos me imponían dietas que yo rompía o no seguía, cuando lograba arrastrarme hasta un medico derrotado suplicando ayuda.
Lo único que me pudo ayudar de verdad fue la fe. Fue una elección de supervivencia, entre fe y esperanza, o abandonarme a los brazos de la comida, y en un tiempo no determinada, a la muerte o a algo peor que la muerte, la destrucción de mi propio yo, la muerte en vida, anulado por la enfermedad.

Analizándolo, se que la comida siempre gana. Es imposible que cualquier voluntad humana pueda vencer el bombardeo constante de tentaciones y comida que hay en mi vida. Cuando reposto gasolina en mi coche hay comida atrayente en la gasolinera. Mis compañeros de trabajo llevan su comida al trabajo, comida que para mi es dañina, pero que para ellos no por que no son comedores compulsivos. A cada segundo en televisión, en anuncios en la calle, en escaparates, soy bombardeado con comida sugerente que me promete placer si me la como.

Nadie puede vencer por si solo todo este bombardeo estimulante de tentaciones. Y tampoco puedo huir y encerrarme en una habitación oscura donde la comida no llegue a mi. Sigo teniendo que comer tres veces al día, y eso como adulto maduro e independiente, me obliga a trabajar, ganar dinero, ir a un mercado, comprar comida, y luego cocinarla para mi, y comérmela. Es un proceso natural de la vida, comer para vivir. Pero la enfermedad quiere que yo viva para comer, convertido en su esclavo, que mi vida desaparezca y solo quede comida, y mas comida, y atracones y mas atracones.

Pero hay una fuerza en este mundo superior a la voluntad de cualquier ser humano. Esa voluntad es dios. Dios es todopoderoso e infinito. Yo no puedo pero el si puede. Yo, a través de la oración le pido que me preste parte de su infinita voluntad, para decir que no a la siguiente tentación y así vivo día a día, pasando por alto cada tentación. Y cada vez que venzo me hace mas fuerte, por que dios me ayuda.

La fe me surgió al ver este proceso interior en mi, que había visto muchas veces antes en otras personas que si lograban dejar de comer compulsivamente. Eso me llevo a creer que si había una salida, que la comida no siempre ganaba. Me ganaba si estaba solo, pero no con ayuda.
Si me esforzaba en acercarme al dios de mi entendimiento, el me prestaría su fuerza de voluntad y su sabiduría, por que yo no sabia como comer de una manera sana, o vivir de una manera emocionalmente saludable. Pero dios, en su bondad y sabiduría, si lo sabe. Soy yo el que me obstino en destruirme llevado por falsos placeres, a veces me pregunto si tentado por el mismo diablo.

Así pues la fe y la espiritualidad se convirtió para mi en un motivo de supervivencia. Por que me daba el coraje y la voluntad para seguir viviendo día a día con una adicción, una enfermedad potencialmente mortal y crónica.

Ahora lo entiendo busco la fuerza de voluntad que no tengo acercándome a dios, un dios propio y personal que yo he mismo he definido. Veo en esta manera de pensar retazos de la filosofía de Nietsche y su búsqueda del superhombre, o del budismo en la búsqueda del Nirvana, del islamismo en “Su dios es grande”, y del cristianismo en “ama al prójimo como a ti mismo”. Es una mezcla de todo y de nada, y por eso soy espiritual y no religioso. Me considero una persona con mucha fe, pero no en ninguna religión, si no en mi propio camino que es el de los doce pasos. Para mi la fe no es cuestión de radicalismos, política, o dogma, para mi la fe es cuestión de supervivencia. Mi fe y mi espiritualidad me permite seguir viviendo. Si no la tuviera dejaría de creer en que puedo vivir recuperándome de esta adicción y pronto volvería a los viejos patrones de conducta que me llevan a comer y a hacerme daño con la comida. Esto puede sucederme cuando viejos patrones de conducta, o personas, lugares o hecho de mi vida anterior vuelven a mí.

Por eso para mi es vital vivir de una manera tranquila, reposada y sin sobresaltos. Alejo de mi todo estrés innecesario, personas negativas o destructivas, igual que alejo de mi mis alimentos compulsivos. Vivir así de esta manera tendente a lo espiritual, asegura mi éxito día a día en vivir recuperándome de la enfermedad de la compulsión por la comida.