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lunes, septiembre 10, 2007

Historia de mi ultima recaida

“Viaje a mi ciudad, volví a mi tierra, otra vez. Y allí me estaba esperando mi pasado, aguardándome a llevarme de vuelta al infierno de la compulsión por la comida del que había salido.

Me dijeron este verano en el trabajo que tenia que coger 15 días de vacaciones por fuerza. Soy consciente de que en vacaciones mis hábitos alimenticios se alteran, así que tenía mucho miedo de las vacaciones. No quería vacaciones. La semana antes de irme el miedo y la angustia era tal, que tuve una recaída emocional. Una compañera con la que hable por teléfono me hizo volver a la realidad y huir del miedo a recaer, que se convertía en miedo a viajar a mi ciudad.

Ese miedo lo tenia en parte, por que se, he notado, que mis recaídas son estaciónales. Recaigo en vacaciones, cuando mi rutina que me mantiene abstinente cambia y me quedo en el aire. Recaí el puente de la hispanidad del año pasado, en navidades tuve un resbalón pero aguante, en semana santa recaí, y me costo salir hasta mayo, hasta que llego agosto y recaí otra vez como paso a contar otra vez. Quizás ya estaba tocado y este año ha ido de recaída en recaída, por que no he tenido una abstinencia larga, solida y duradera, si no constantes devaneos con la comida.
La primera semana en mi ciudad fue bien. Estaba lejos de casa de mi madre, el lugar que tantos atracones me ha visto darme. Vivía con mi novia en un apartamento en la playa. Iba a los grupos. Estaba abstinente, vivo y disfrutando.

A la mitad de la segunda semana cometí el error de comer en casa de mi madre. Aquella casa tiene el poder sobre mí en cuanto a comida se refiere. Es entrar por la puerta y ya estoy comiendo. Rompí inconscientemente algo que me había dicho a mi mismo. No puedo volver a comer allí, puedo visitar esa casa entre la hora de la comida y la hora de la cena, pero nunca jamás puedo comer allí, por que es billete directo de ida a la recaída. Y aun así, por ajetreo de las vacaciones me plantee una comida allí.

Luego tuve una pequeña pelea con mi pareja, que me altero las emociones, no fue nada grave, pero como comedor compulsivo que soy, soy muy sensible, y le di mas importancia de la que tuvo.

Cuando me quise dar cuenta le estaba cogiendo comida a ella a escondidas. Dándole vueltas a la cocina y a las cosas para que no me pillara, ocultándome para comer. Todo empezó por un alimento que probé, la leche con canela y limón, la horchata, líquidos azucarados, que ahora se que me son muy compulsivos y que por aquel entonces no sabia, por que nunca antes los había tomado estando en OA.

Volvimos de viaje, y la primera mañana de estar de nuevo en casa, me encontré la nevera totalmente desprovista. Pensé en desayunar fuera de casa, y madrugue, y fui a gastarme el suelto que tenia a una tienda de ultramarinos, en dulces que comí andando hacia el trabajo.
Entonces comenzó la locura. La espiral de degeneración de atracones y descontrol. Han sido unas semanas muy extrañas en las que he ejercido mi enfermedad en toda su extensión. Como no llevo nunca suelto, compro en los supermercados con tarjeta de crédito, lo que me hace comprar mayor cantidad.

Me he visto haciendo cosas que no había hecho nunca antes, incluso las reuniones no me ayudaban. Ha tiempo en otras recaídas, iba a una reunión y salía de allí abstinente. Pero ahora no. He tenido tanto mono, me he obsesionado tanto, que he salido de una reunión y me he ido derechito a un supermercado.

Otra dificultad añadida ha sido que en mi trabajo no paran de traer comida. Han cogido la costumbre de traer pasteles por la mañana para desayunar, y eso hace que la tentación se potencie. Siempre tengo compulsivos a mano durante mi jornada de trabajo, y tengo la sensación de que vivo rodeado de veneno, como si fuera a trabajar a una central nuclear pero sin traje de protección, vamos que me siento muy expuesto y débil a la comida allí. Sabía que si recaía, mi trabajo seria mi perdición por que allí estoy rodeado de alimentos compulsivos. Afortunadamente he encontrado la manera de contrarrestar la voz de la comida en la oficina, hacer que la voz de oa sea más fuerte, teniendo literatura en mi mesa, y leyendo cada poco que tengo un segundo libre en el trabajo. Así puedo ir saliendo adelante en la oficina.

El malestar físico que me causa un atracón es tal que he llegado a aborrecer ciertas clases de comida. Es como si amase y odiase el acto de comer al mismo tiempo. Después de un atracón me quedo como si me hubieran dado una paliza, totalmente hecho polvo. Mi vientre se abulta y me siento llenísimo, es como si cargara un ladrillo en mi estomago.

Después toda la boca me sabe a barro, se me queda seco y nada de lo que coma me sabe bien, solo el dulce me quita ese mal sabor de boca que me dura un tiempo. Por otro lado, el malestar de estomago es terrible, me dan punzadas como si fueran puñalada, y no paro de ir al baño cada dos por tres hasta que me vacío y saco todo lo malo que he comido de mi. También me duele el dineral que me gasto en comida. Cuando tengo fuerzas que salen del programa, que tengo en mente mientras estoy comiendo mal, pido ayuda, y he tirado la comida. Y me duele tirar comida, mi interior no quiere, quiere comérsela, pero si tiro la comida y no me la como la cosa va bien, por que esa comida es basura y no la quiero en mi vida. Pero me duele tirar comida que es cara. He de pensar que ese dinero me lo podía gastar en llamar a compañeros del programa y estaría mucho mejor invertido.

La recaída me ha llevado a la autocompasión, a apiadarme de mi por que pobrecito tengo una enfermedad grave. He sentido impotencia ante mi enfermedad, un cansancio de estar enfermo, por sentirme menos que otras personas, y esto me ha llenado de negatividad. Me he sentido muy limitado por la enfermedad, por que he sido consciente de mis limitaciones como comedor compulsivo, especialmente los viajes. Veo fotos de amistades que viajan mucho, escucho como los compañeros de trabajo viajan donde les apetece, se recrean en la gastronomía, tienen una vida social intensa llena de viajes, comidas y encuentros, y yo no puedo, por la comida, por que todo lo que me aleja de las reuniones me acerca a los atracones, y me siento menos persona, harto de estar enfermo, impotente ante mi enfermedad, menos vivo. Y todo esto me acerca un poco mas a la recaída, no puedo pensar de esa manera, no puedo pensar en todo lo que he perdido a causa de la comida, los atracones y la obesidad, si no pensar en todo lo que he ganado, la gente que he conocido, y todo lo que he vivido, la gente maravillosa que he conocido, lo que he crecido interiormente, la causa que he encontrado, lo que he ayudado y me ayudan.

El último atracón de esta recaída sucedió como sigue. Era un día de diario que tenia que trabajar. Llevaba apenas dos días abstinente. Me levante tarde y aun medio dormido me sonó el móvil dos veces. Era mi novia, que estaba preocupada por mi. La verdad es que me agobie un poco, con llamadas a esa hora de la mañana. Cuando llegue al trabajo la llame y estuve hablando con ella.

A la hora de comer, un poco antes de irme de la oficina, me volvió a llamar. Me sentí revuelto, emocionalmente inestable, agobiado, por tenerla tan detrás de mí. No nos peleamos (de hecho no nos peleamos mucho), pero ella sabia que estaba en recaída y se preocupa tanto por mi que a veces parece que me estaba controlando. Hablando con ella yo intentaba cortarla, le decía que tenía que irme a comer, que no podía hablar más con ella, que se me pasaba la hora libre, y ella aun así seguía hablando más y más. Me notaba mal, y le daba vueltas a todo buscando que yo me encontrase bien para ella recuperar la confianza en nuestra relación y en nosotros.

Me dieron las 2 y media hablando por teléfono. Cuando quise ir a casa a comer según mi plan de comidas, ya no me daba tiempo. Además tenia que ir al banco a solucionar una gestión en mi hora de comida, una gestión urgente.

Fui al banco y no pude hacer la gestión, y me encontré con dinero en el bolsillo. Entre en un supermercado para comprar algo para comer, y no había allí nada abstinente para mi. Acabe en un restaurante donde había ido otras veces a comer con los compañeros del trabajo, pero esta vez fui solo. Pedí un menú que caía dentro de mis alimentos no compulsivos, pero me pusieron pan. Y me lo comí. Y luego pedí postre, una Mouse de fresa. Ya estaba comiendo dulce y harina. Lo había probado. El atracón estaba servido.

Llegue al trabajo y las mismas galletas que esa mañana no había querido, me estaban allí esperando. Me las comí a puñados, de 4 en cuatro, dando viajes a la cocina, ocultándome de los compañeros, la locura.

Salí rezándole a dios por no darme un atracón, pero yo sabia lo que iba a pasar, era superior a mis fuerzas. Como un zombie entre en un supermercado y gaste mucho dinero en comida compulsiva. Aun así logre no gastar el dinero efectivo que tenia destinado a esa gestión. Pague con tarjeta.

Mientras caminaba hacia casa comiendo por el camino, pensaba me meto con esto en el cuarto me lo como todo hasta que reviente y lo vomite todo, a ver si así le cojo asco y no quiero repetir un atracón jamás. Un pensamiento totalmente demente y de tintes bulímicos. Era presa de mi compulsión enferma.

Me encerré en el cuarto. Devore la mitad de la comida y ya no podía mas. Tuve un momento de lucidez, pensé que no podía destruirme mas así, y lo que hice fue salir a la calle y tirarlo todo, incluido los restos, en bolsas de basura bien cerradas. Tire comida entera sin abrir o apenas picoteada. Pero no quería destruirme más. Además sentirme tan lleno me hacia sentir muy mal. No podía pensar y me sentía fatal, a punto de vomitar.

Y ya no comí más, hasta el día de hoy. Que estoy otra vez abstinente y considero que he salido de la recaída, otra vez.

Esta recaída me ha enseñado, que tengo nuevos alimentos compulsivos que antes no conocía. He constatado varias cosas que había escuchado en las reuniones. La primera que la enfermedad es degenerativa y si no se detiene va a peor. Esta ha sido mi peor recaída de todas las que he vivido. Se que la siguiente será peor, y no quiero pasar por eso por que me puedo llegar a matar a mi mismo, o destruir la calidad de vida que he logrado.

También he aprendido, que las recaídas en mi caso son estaciónales, he avanzado en mi enfermedad de estar comiendo siempre, como al principio de mi historia, a recaer puntualmente, sobre todo cuando viajo. Estos viajes coinciden que son en épocas de vacaciones y a mi ciudad. Sobre todo por que allí esta la casa de mi madre, y esa casa es entrar por la puerta y estar comiendo mas automáticamente. Tengo que tener mucho cuidado con las diferentes épocas de vacaciones (navidad, semana santa, verano, puentes) por que es cuando recaigo, cuando me sacan de mi rutina.

Logre tener 5 o 6 meses de abstinencia por que aguante las navidades pasadas, así que ahora siento que ya he aprendido a tener una rutina que me mantenga abstinente, tengo que aprender a viajar de manera abstinente. Y sobre todo renunciar a volver a mi ciudad y a casa de mi madre por mi propio bien, sobre todo hasta que este mucho mas recuperado y me sienta con fuerzas para enfrentarme a ello, cosa que hoy día no.

Cada día que paso soy mas consciente de mi enfermedad, del daño que me hago con ella, pero también de que hay un camino, y que estoy en el sitio correcto para recuperarme.”