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viernes, julio 18, 2008

Inventario de mi ultimo susto con la enfermedad

He tenido un resbalón. He comido algo compulsivo, pero no he tenido un atracón. He comido medía caja de quesitos (menos de una docena), y el fondo (dos dedos) de un bote de litro de batido de vainilla. Me los comí después de comer mi comida normal, que repetí plato. Pensé que esa comida tenía que tirarla, o que mi novia se la terminase, pero antes de darme cuenta me la estaba comiendo.



Después me he quedado extrañamente frío, con la cabeza serena, neutra, ni alegre ni triste. Como que me daba cuenta perfectamente de lo que estaba haciendo pero no tuve la capacidad de decir NO.



Siento que la comida tiene poder sobre mí, pero que ya no se hace dueña de mi mente y de mi alma, que no me derrumba como antes. Ya no me pongo nervioso, ni he tenido tirón físico desde la boca del estomago. Pero si le he estado dando vueltas a la cabeza y, claro, quería comer más, aunque con la ayuda de mi poder superior no he querido ceder. Eso hubiera significado salir a la calle con la cartera cargada de dinero a buscar mas comida. Así que recordando lo que decían ciertas compañeras, me quede en el sitio sin hacer nada, esperando que la compulsión pasara.



Me quede un rato en la cama, meditando y rezando. Vi claro que ese era el desembocar de una serie de acontecimientos encadenados y que todo podía terminar en una recaída si no le ponía remedio.



Hace una semana viaje otra vez a mi ciudad. Iba para solucionar una mudanza y unos temas económicos con mi madre. Me estuve preparando espiritualmente antes del viaje, yendo a todas las reuniones que pude. Me di cuenta que mi miedo a la recaída me hace entrar en un estado mental peligroso antes siquiera a poner un pie allí. Es vital para mí tener una actitud positiva. Así que logre zafarme de los defectos de carácter y pude estar allí, con la ayuda del programa y el grupo local. Tuve momentos de despertar espiritual “de nube rosa” durante el viaje. Y supere la crisis de tercer paso que me supone ir allí por que quiero hacer mil cosas, ver a mil personas e ir a mil sitios. Hice mi plan de acción, la necesaria planificación, y luego lo deje en manos de mi poder superior



Pero cuando volví del viaje vino el bajón de la nube rosa. Me encontré de cabeza otra vez con mi vida. Con la mudanza, con el trabajo, con el estress, y deje de ir a tantas reuniones como podía pues necesitaba el tiempo para cambiar de casa. Igualmente deje de trabajar los pasos, pues estaba demasiado ocupado mudándome. Pero en ningún momento deje de usar el telefono y de atender a mis ahijados, asi como de hacer el plan de comidas diario y mis agradecimientos. Pero la mudanza se puso por encima del programa, y lo primero es lo primero.



El martes, a la puerta de un grupo tuve una conversación tensa con mi novia sobre dinero, sus miedos, y su enfermedad. (MIEDO, AVARICIA, PERFECCIONISMO, CONTROL por mi parte). Un enfermo como yo busca inconscientemente a otro enfermo para rejuntarse y así seguir en la enfermedad que es lo que el subconsciente considera como normal, ya que en su día no aprendí a relacionarme de una manera sana. A veces me pregunto si no tendría que haber renunciado y haberme esperado a estar mejor conmigo mismo. Pero se que esas dudas surgen de mi enfermedad. Trato de recordarme todo lo bueno que tiene mi pareja y de centrarme en hoy.



No voy a relatar cual fue el asunto concreto pero conviviendo y llevando un dinero en común es imposible que no saltara la avaricia por algún lado. A mi me da MIEDO que el dinero sea un problema entre los dos. Y ella tiene un problema con su avaricia y su ansia de guardar y poco gastar, y su miedo a revivir dolor pasado con las tarjetas de crédito, por lo cual usa solo cartillas de ahorro. Ahí sale su enfermedad y yo cuando la veo salir me asusto, MIEDO a su enfermedad. Igual que ella se asusta cuando ve salir mi enfermedad. En definitiva que estamos los dos muy enfermos, y que no puedo reprocharla nada por que seria como tenérmelo yo en cuenta a mi mismo. Ambos tenemos actitudes y pensamientos enfermos, pero estamos trabajando por mejorar y somos conscientes de ello.



No voy a resentirme con ella por que es añadir mas leña al fuego. Acepto como es y trato de seguir adelante un día a la vez. Veo que le hace falta mucho trabajo de programa y mucha recuperación para salir de sus “rituales chorras” como ella dice. Pues exactamente como a mi.



Los primeros días de convivencia estábamos los dos raros. Ella de bajón, y yo extrañamente agobiado por tener que tirar de todo para adelante. Mucho trabajo dentro y fuera de la oficina, la mudanza, papeleos pendientes del piso, y la sensación de que ella me ayuda poco o nada, aunque esto sea verdad o no. Sobre todo lo que me marea es su falta de iniciativa, que las cosas salgan de ella. Y lo caótica y desordenada que es. Si ya de por si la casa es un caos, tengo media vida en este piso, y otra media vida en el otro piso, eso añade aun mas sensación de desorden a mi percepción. Yo esto ya lo sabia así que no se por que me sorprendo ahora. Ella es como es y tengo que aceptarla tal cual, por muchas dudas que me surjan, o latigazos de lujuria y perfeccionismo que me de la enfermedad. Es solo por hoy. Yo también soy una persona complicada, y se que a veces es difícil aceptarme. Así que si pido tolerancia tengo que darla. Quizás lo que me da miedo es haber unido mi vida a una persona igual de enferma que yo pero de otra índole. Espero que los grupos le ayuden como a mí. Es un juguete roto, como también lo soy yo. Y quien no tiene problemas hoy día. A veces dudo de si existen personas “Sanas”, por que todo el mundo vive como loco. Yo me siento con mejor calidad de vida trabajando el programa de 12 pasos que muchos que se dicen sanos y normales. Aunque esto es un poco de orgullo y prepotencia por mi parte. Y es cuando la enfermedad me da el toque para recordarme que sigue ahí, que solo me deja vivir libre de ella un dia a la vez por que trabajo el programa de recuperación de 12 pasos de comedores compulsivos anonimos. El programa que me ha dado un cuerpo delgado con una mente acostumbrada a comer como un obeso, desembocando en una variante de la bulimia.



Los primeros días en el piso nuevo me descoloco un poco la nueva disposición de mi manera de comer. Cocina nueva, cubiertos nuevos, volver a tener que comer en el trabajo. Igualmente acechaba en la nevera comida que me dio mi madre. Igualmente mi pareja compro el batido para los desayunos de ella.



Pero el tener alimentos compulsivos en casa es muy peligroso para mí, puedo caer bajar la guardia frente a tener alimentos compulsivos cerca. Por que me sale el orgullo de creerme el muy recuperado, y el que puedo verlos y no pasa nada. Pero si pasa. Es como si tuviera una reserva de resistencia, que se recarga con el programa y los grupos, y que poco a poco se va erosionando. Así que la cabra tira al monte y yo siempre quiero comer. Y si lo tengo a la mano, y me esta pasando todo esto, como. Tengo que tener mucho cuidado y permanecer alerta.



Igualmente, a mediodía, en vez de comer en casa he estado comiendo en el trabajo, unos platos precocinados abstinentes que compre, pero que eran poca cantidad. Quizás he pasado hambre. Y las cenas, cubiertos nuevos, medidas nuevas, un entorno diferente, que en la manera de comer se ha notado.



Igualmente he tenido mucho trabajo pendiente, tanto en la oficina como fuera de ella. Cuando uno es un buen trabajador el trabajo me surge como setas. Y trabajar en las nuevas tecnologías que es un mundo vertiginoso, que no para, que va acelerado, a mil por hora, también pasa su factura. Vamos, que me faltan manos para hacer todo lo que tengo que hacer. Quizás es que no se decir que NO y poner limite a todas las personas que me piden que trabaje para ellos, y seleccionar los trabajos que me interesen, o los que paguen bien.



Además también he tenido cierta negatividad en el trabajo. Un ambiente raro y cargado por la crisis económica que atraviesa el país. Pero no por nada personal, si no por la marcha de la empresa en general. Trabajo para que el estado emocional de otra persona no se me contagie en la oficina, son sus emociones, su estado laboral, no los míos, yo tengo y necesito otras condiciones diferentes.



Cuando me cambie de piso no te la sensación de estar huyendo de una casa a otra, huyendo de la enfermedad. Primero salí de casa de mi madre, un ambiente toxico para mí por las relaciones enfermas que allí viví y la manera enferma de comer en grandes cantidades de mi familia. Pero en este ultimo piso compartido, la enfermedad también tenía voz a través de una persona en concreto y sus problemas con el alcohol. No puedo vivir en un ambiente así rodeado de enfermedad, necesito buscar un ambiente que me de paz.



Ya el viernes, se que tenemos un horario distinto en el trabajo, salimos a las tres de la tarde en vez de a las dos. Así pues el horario del almuerzo se alarga, y por supuesto los compañeros traen comida en el trabajo para aguantar su hambre. Siempre están hablando de comida, o quizás no, solo disfrutan de la gastronomía. Pero esa es una grieta por la que se me puede colar de nuevo la enfermedad en su variante de la obsesión por la comida. Y los horarios alterados añaden más gasolina al fuego.



Pique algo que no debía por la mañana del viernes. El síndrome del comedor social. Todos comen, yo como. Una trampa muy peligrosa. Y tenía hambre, y emociones revueltas. Además era algo supuestamente sano. Zanahorias con queso. Pero el queso es de mis alimentos dudosos. Se que debo tratar los alimentos dudosos como si fueran compulsivos. Se que aceptar una oferta de picoteo es dejar que otros decidan por mi acerca de mi comida en vez de mi poder superior.



No le di importancia, y volví a casa.



Hice mi comida, y estaba solo.



Mi novia tenía ahí restos del batido de su desayuno, así como una caja de quesitos que nos había dado mi madre. Cuando en el viaje de la mudanza empezó a soltarnos comida yo le dije, “Si, si, trae que ya nos lo comeremos luego. Por no decirle que no, y pensando en que se lo comería mi pareja, y para no tener que comer allí mismo en casa de mi madre.



Pues termine de comer, y estaba pensando: esos quesitos tengo que tirarlos. Cuando me di cuenta tenia uno en la boca. Soy impotente ante la comida. No me puedo permitir un solo bocado de alimento compulsivo, por que viene todo detrás.



Cayeron todos los quesitos, cayo el batido. Un buen chute de lácteos, que se que son compulsivos para mi, totalmente adictivos.



Y me quede frío, sereno, extrañamente calmado, sabiendo que aquello había sido algo peligroso y que me lo había comido rápido sin sentir nada. ¿Es esa la anestesia de la enfermedad?



Me tire en la cama totalmente hecho un lío. Empecé a pensar y a meditar. Pensé en como tratar aquello. Sabía que había parado por que no había más, sabía que deseaba salir a la calle a por más comida. Pero no lo hice. Me acorde de las compañeras que me enseñaron a quedarme quieto parado en el sitio cuando me ponen compulsivo por que si no mis pasos me llevan a la comida, quiera o no quiera yo.



Luego empecé a leer, y a las dos horas me dije que no me podía dejar arrastrar a la recaída. Me puse a escribir todo esto, llame a una compañera un rato después, e incluso me llamo un ahijado, una bendición. Le conté todo esto y como había gestionado el susto.



Según los estándares de otras compañeras de Oa habría recaído.



Según los míos esto es un resbalón. He comido alimentos compulsivos dentro de una comida (como postre) y me he sentido extraño y por eso he parado y he necesitado ayuda para salir de donde me había llevado la comida, esos dos simples alimentos, comidos así de rápido.



Pero claro yo creo que la definición de recaída y resbalón, igual que los alimentos compulsivos, son una cosa personal de cada uno, y que se ha de definir durante el trabajo del paso uno.



Desee comerlos por toda la circunstancia de hambre, carga emocional y todo lo que se me vino encima que no vi venir.



Me gusta decir que trabajo a la preventiva, a verlas venir las recaídas. A saber capear los palos de la vida, para que no se conviertan en palos de la enfermedad. Que mi abstinencia es un lugar donde he puesto mi vida, donde no me duele para no necesitar la adicción a la comida.



Pero esta vez se me coló. Y no fui capaz de llamar antes. Llame después, no para contar llorando “he comido”. Si no a las horas con todo ya visto y escrito por que había pasado. Una compañera me dijo “cuando comas o quieras comer” mira a ver por que, que pasa en tu vida que te pueda llevar a comer”.



El sábado siguiente fui a dos reuniones de Oa, lo que fue una bendición. Tras la segunda en comunión con la compañeras regreso mi paz y serenidad y tuve un momento de “nube rosa”, paz espiritual o revelación de mi poder superior que me muestra el camino alejado de mi enfermedad.



Al haber comido me pongo en modo alerta total. No tolero alimentos compulsivos cerca de mí. Hable con mi pareja sobre todo esto y el tener alimentos compulsivos para mí en casa. Y como no, al haber venido, la compulsión, se ha repetido periódicamente, pero en estas veces sucesivas, he llamado para liberarme de ella. Y funciona.



Me siento afortunado por que me podría haber caído con todo el equipo. Haber salido y con todo el dinero que tenía haber comprado muchos alimentos compulsivos. Además doy gracias por que ha sido como un toque de atención de la enfermedad, como si me dijera, “eh tú, no te confíes, que estoy aquí esperándote”.



Necesito programa, necesito recuperación, necesito fe, necesito abstinencía, necesito compromiso, y estoy aquí hoy día escribiendo esto para conseguirlo cada día, de día en día, un poquito más, sin parar de mejorar.