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domingo, octubre 19, 2008

cronica de una recaida

Estar en paro no es un plato de buen gusto. El 10 de septiembre de 2008 me quede en el paro. Era de prever trabajando en una empresa del sector inmobiliario con la crisis que estaba aconteciendo. Cuando me lo dijeron me quede sorprendido, pero en la antesala de mi cerebro me lo estaba esperando. Ya había habido otros recortes en la empresa, pero me había librado y estaba en la falsa idea de que era imprescindible. De hecho, me habían subido el sueldo, supongo que para que no me fuera, con la ayuda de un compañero / jefe que había apoyado mi petición. Supongo que la crisis hizo que hasta los imprescindibles nos hundiésemos con el barco, puesto que cerraron la oficina en la que yo trabajaba.

Con los jefes termine muy bien. Con una relación inmejorable. Sabía que aquella relación laboral se terminaba no por mi causa o culpabilidad, si no por que la empresa prescindía de una parte de si misma que le hubiera gustado conservar, como cuando se amputa un miembro para salvar el cuerpo. Me ofrecieron incluso ayuda económica, y seguí trabajando para ellos en modalidad freelance, desde mi casa.

Cuando el trabajo se acabo casi me sentí liberado. Necesitaba descansar. Previendo todo aquello había cogido otro trabajo externo y estaba sobrecargado. Y también tenía la preparación de un evento. Necesitaba parar y descansar. Además era como salir de la tensión de un barco que se esta hundiendo, viendo a compañeros ser despedidos de tanto en tanto. Me lo tome bastante bien.

Sin embargo sufrí un pequeño golpe al ir a la oficina de empleo. Vi las colas de desempleados, y la cantidad de gente solicitando empleo. Eso me hizo ver la realidad de la situación.

Otro día me sentir mal al ir al supermercado. Vi que mi economía ya no era la que fue antaño y que tenia que cortarme al hacer la compra y al querer hacerle un regalo a mi novia. Le quise comprar una bonita libreta, pero eran caras y no pude hacerlo. Aquello fue un golpe para mi orgullo y autoestima, a la par que me hizo sentir miedo. Ahora era un parado sin ingresos fijos como antes y tenía que preocuparme por cada céntimo.

Se como es mi madre, y se lo que se preocupa por mi. Por tal de no aguantar su pesadez y presión sobre mi, y para que no se preocupara, no le dije nada. Suficiente era ya con estar parado, como para encima tener que aguantar a mi madre.

A todo esto se une la circunstancia de que llevaba apenas dos meses viviendo con mi pareja. Habíamos alquilado juntos un apartamento. Y justo dos meses después de haberlo estrenado, me quedo en el paro. Con el piso a medio montar, con una serie de gastos pendientes, como comprar muebles, cortinas, etc, etc. Aunque mirando el lado bueno, así tendría tiempo para hacerlo todo. Aunque claro para obtener todo el papeleo necesario para alquilar el apartamento, presente la nomina de mi anterior trabajo, con unos ingresos que ya no tengo.

El ocultarle a mi madre y a mi casera el hecho de estar parado, me hace no sentirme honesto, como si no aceptara las consecuencias de estar parado. Es un fuerte latigazo de mi autocompasión.

Parece que mi vida en este momento es muy agitada, pero yo seguía estando sereno y abstinente, sin muchas dificultades para cumplir el plan de comidas. A pesar de todo lo que me estaba pasando yo estaba tranquilo, muy tranquilo, sabiendo que mi paz interior era lo que me unía a mi abstinencia.

Después de esto se me presento una oportunidad de ocio en un pueblo medieval. Algo que es mi pasión, una recreación de la edad media. Pero esta clase de eventos están muy centrados en la comida. Hay muchos dulces y mucha carne por todas partes. Irónicamente el fin de semana me coincidió con una convención de Oa en la otra punta del país. Era como si se me enviara un mensaje, de que mí en aquel momento debiera estar en otro lugar. Y creo que me resistí a renunciar totalmente, por que a pesar de no poder ir, dije que les ayudaría a montarlo. Con la consecuencia de exponerme a todas esas cantidades de comida, y de alimentos fuera de mi lista de alimentos permitidos, o alimentos seguros.

Aunque otras veces he estado en eventos así, creo que fue entonces se empezó a gestar la recaída, al no renunciar al evento. En el pasado he ido a otros eventos similares y me he mantenido abstinente. Pero he tenido que tener en mente todo el rato el programa. Y no es lo mismo ir como asistente que como organizador. Tuve que ir cuatro días antes, y estas allí comiendo fuera de mi plan de comidas, viendo muchos alimentos, cocinando para otros, y comprando comida en grandes cantidades. Con mucho estrés, con mucho sueño.

Inicialmente estaría allí dos o tres días ayudando a preparar y luego me iría a la convención. Para empezar no había lo que yo desayunaba habitualmente, fruta y te. Así que me tuve que adaptar y empezar con el café descafeinado. Como no había sacarina, le empecé a echar cola-cao de sobre. El café capuchino siempre me ha gustado mucho. Los primeros días pude hacer un plan de comidas más o menos estable pero cocinando yo para entre 4-6 personas. Después tras un trance de un madrugon con pocas horas de sueño, tuve que tomar un café cargado, y me note muy nervioso. Normalmente no tomo café cargado pero me notaba inestable. Pude hablar por teléfono con compañeros de oa, con mis amigos y con mi novia, y el hablar de programa me hizo mucho bien. La compulsión se mantenía lejos de mí. No lo estaba haciendo perfecto pero estaba sobreviviendo. Pero mi plan de comidas se había ensuciado.

También me conté una mentira que yo mismo me creí. Desde hace tiempo tengo un par de pequeñas manchas en la cara, como pequeñas verrugas. Unas se curan, otras van saliendo en otro sitio, y así. Hace tiempo estuve en el medico y me mando un tratamiento y unas vitaminas. Por lo visto me salen por tener las defensas bajas al ser vegetariano, por que también me dio en unos análisis el que tenía el nivel de defensas bajos, o yo lo interprete así. Así que la mentira que me conté era que tenía que comer proteína animal para tener mas defensas y que esas pequeñas manchitas de mi cara desaparecieran. Eso dio pie a la enfermedad, a mi ansia de comer, abrió la puerta a comer queso, jamón, lomo y otras cosas que no como habitualmente. Use una aflicción física como excusa para comer. Igual que otras personas se cuentan mentiras y se las creen para justificar su obesidad y su incapacidad contra ella. Por que es mi metabolismo, por que tengo un problema de tiroides, etc, etc, etc. Es el mismo razonamiento enfermo, y lo abracé alegremente. Soy adicto a la comida y mi subconsciente quiere comer, y busca crearme coartadas para llevarme a comer compulsivamente sin que yo me de cuenta. En cuanto a la comida, no soy responsable de mis actos.

Creo que rebase la línea por que ya había comido algunas cosas que si bien no eran claramente compulsivas si eran dudosas. Pero aun no había tenido un atracón consciente. A lo mejor no estaba comiendo compulsivamente, pero si estaba comiendo en exceso, y cosas que no como habitualmente. No se como no supe verlo, puesto que me han enseñado que las recaídas son graduales.

En el tren a la convención una compañera me dio a comer frutos secos. Quizás ella si pueda comerlos, pero yo dudo si puedo o no. Es una clase de alimento que evito por ser muy energético, que no se claramente si es compulsivo o no, o que no quiero saberlo, por que se en el fondo que si es compulsivo, y que tengo que renunciar a el. Solo que a veces lo he comido y no me ha pasado nada.

En la convención estuve muy bien con las compañeras, y me sentí muy protegido y arropado. Quizás eso hizo que me confiara, puesto que pensé “como voy a recaer aquí envuelto en todo lo que es el programa”. Pero no puedo confiarme. La primera noche me quede con hambre y tuve la feliz idea de salir fuera a comprar algo de comida extra. Una bolsita de frutos secos que me comí paseando. Me permití a mi mismo repetir en todos los platos. Una buena cantidad de comida extra. Ahora se que soy compulsivo también a las cantidades. Otra mentira que también me conté, es que como no quería adelgazar más tenia que comer para no bajar de peso, o rozaría la anorexia bajando demasiado de peso y teniendo un aspecto enfermizo. La enfermedad pone en mi cabeza todos esos pensamientos enfermos con el único objetivo de que coma compulsivamente.

Estaba teniendo desde hace meses problemas con mi definición de abstinencia. Antes mi abstinencia era “no darme atracones”, y ahora mi abstinencia era “no comer alimentos compulsivos”. Y en estos días había vuelto a mi antigua forma de abstinencia, que ya no me valía, por que me acercaba terriblemente al peligro. Todas estas mentiras y autojustificaciones lograron hacerme volver a comer otra vez.

Lo extraño es que en el momento no me sentía mal, ni culpable, ni me ponía nervioso o deseaba comer rápidamente y sin freno. Pero me han enseñado que la recaída es lenta, poco a poco, sutil y engañosa y simplemente, lo olvide, o me confié.

La pregunta es cuanta vida puedo soportar sin recaer. Una buena compañera de oa lo ve de manera que para vivir nos exponemos a la comida, puesto que nuestra cultura gira alrededor de muchos eventos sociales relacionados con la comida, que son un peligro constante para un comedor compulsivo como yo. Soy un comedor social, se que cuando veo comer a otras personas y yo no puedo comer, sufro. Es una tortura para mí. Igualmente para no ser diferente, me relajo y como. La autocompasión de pobrecito de mi no puedo comer como los demás. Es la comida usada como lubricante social, algo que se viene haciendo en la cultura occidental desde roma con las bacanales. Se que debo rechazar eventos sociales relacionados con la comida, por que no tengo capacidad para decir no y centrarme en las personas. Hay quien lleva una vida de monje de su casa al trabajo y así puede llevar una vida sana y aceptable, plena y feliz. Hay quien esta dispuesto a recaer con regularidad si a cambio puede llevar periodos de vida normal, con relaciones en sociedad con comida de por medio. Yo no estoy dispuesto a recaer periódicamente, por que se que la siguiente recaída puede matarme. Pero me resisto a sacrificar el ultimo reducto de mi vida anterior, mi ocio mas querido, que se basa en la evasión completa de la realidad y rodearme de personas cuya manera de comer me puede hacer daño. Quiero llegar a la actividad y a las personas saltando por encima de la comida. Pero no se hasta que punto soy capaz de usar el programa de oa para hacer esto.

Al fin de semana siguiente de la convención me volvieron a convocar para ir al lugar del evento. Para comernos todo lo que había sobrado. Yo me dije a mi mismo que era para poder ir a hacer deporte, ya que mientras estaba preparando el evento no había podido disfrutar del sitio. Otra vez me estaba engañando, en el fondo yo se que deseaba ir para comer todo aquello tan rico que había allí la semana antes. Escogí ir a un lugar donde lo que se haría seria estar allí comiendo. Escogí comer, por que como adicto en el fondo lo deseaba, aunque quisiera negármelo

Comí todo lo que quise y más. Pero sin una compulsión en caliente cargada de culpabilidad y nervios. Si mi enfermedad es “comer en exceso compulsivamente” allí estaba el exceso y no la compulsión, entendiendo la compulsión como el no parar, la rapidez, el ansia, los nervios y la posterior culpabilidad. No sentí nada de eso. No fue un atracón como los míos antiguos de en media hora devorar una nevera entera. Era una nueva manera de recaída, un quiebro de la enfermedad, una nueva forma de atracón, que quizás no vi venir, y hasta dudaba de si había recaído o no. Ya he dicho que estaba teniendo problemas con mi definición de abstinencia, y se cual es mi raya, que no debo comer para no desatar la compulsión, solo que no quería creérmelo. Quería comer y no recaer. Quería creerme que estoy tan recuperado que puedo comer como un comedor normal y no darme atracones. Soy un comedor social y en una reunión de amigos imito la forma de comer de los demás para sentirme parte del grupo. Allí en un espacio de día y medio se comió mucho, pero muy espaciado, nada de un atracón en un corto espacio de tiempo, por lo que no tenia sensación de recaída. Quizás el orgullo no me dejaba ver a través de mi mente enferma. Además estaba aislado del programa, lo cual fue un error, por que se que tengo que viajar de las mano de OA si quiero mantenerme abstinente en el viaje. Recibí una llamada de una compañera que me ayudo mucho, y en ciertos momentos mientras los demás comían yo tenia el libro de la abstinencia en mis manos y leía. Trataba de resistirme a la idea de la recaída. Además no era comer todo el tiempo, era como si el desayuno, comida y cena se alargaran durante horas. Con horarios totalmente extraños, pero a mi no me quitaba esto la serenidad. Me sentí muy extrañado de mi mismo.

Llego el momento de irnos. Mi pareja y yo nos montamos en el coche de vuelta a la ciudad. Por el camino de vuelta de varias horas al volante, note que me dolía la espalda. Pensé que era por tantas horas conduciendo. El avance de la noche me demostró que me equivocaba.

Nos tuvimos que volver a mitad del fin de semana para llevar a mi novia a su trabajo. Sentí que había sobrepasado mi límite que había comido demasiado. Estaba negando la recaída. Me había pesado y había subido algo de peso. Pero no me sentía triste, ni deprimido, ni culpable por ello. Ahora se que tener vida social tiene un precio por que en nuestra cultura la interacción social en gran parte se centra alrededor de la comida y la bebida, y yo me pongo en peligro por ello. Me expongo a la recaída si me acerco a personas cuya manera de comer es dañina para mi, por que les imito, y a mi ciertas maneas de comer me hacen daño.

La entrada al trabajo de mi novia me pone nervioso. Es un sitio delicado. Llegamos justo cuando estaban cerrando la puerta de acceso al complejo y tenia al menos 6 personas pendientes de mi coche para que lo sacara de allí, y ella se dedico a rebuscar en todos los equipajes cosas para darme a mi. Aquello me puso nervioso y me saco de mis casillas, pero opte por no hacerme ni caso. Sabía que había comido y que con azúcar en las venas no soy yo mismo. Se que el azúcar me altera el carácter, me saca lo peor de mi. Así actúan los alimentos compulsivos en mi personalidad. Así que aquella situación no merecía que me enfadara con ella. Además al día siguiente era un día muy importante para ella en su trabajo y tenia que ir a verla.

En cuanto llegue a casa el “supuesto” dolor de espalda se agudizo. Eran sobre las dos de la mañana y llovía a mares. Avise a mi novia a su trabajo, y me fui a urgencias. Apenas si podía caminar hasta la puerta del centro medico. Me paraba presa del dolor cada pocos paso. Todo esto bajo la lluvia, y había un paramédico en la puerta fumándose un pitillo, que ni se inmuto cuando me veía llegar a lo lejos. Supongo que los médicos están acostumbrados a ver de todo, y nada les impresiona.

Me atendieron y resulto que tenia cólico biliar. Lo mismo que había tenido muchos años antes después de un gran banquete. Por un exceso de comida. Tumbado en aquella comida me vi otra vez como al principio. Años atrás con mi cuerpo sobresaturado de comida y pasándome factura. Me vine un poco abajo y sentí mis emociones ir y venir como en un carrusel. Me fije en el gotero y cada gota me hacia gracia. Me reí y la enfermera se fijo en ello, quedándose extrañada conmigo. Cuando me dejaron solo casi me eché a llorar por que sentía que había recaído, que otra vez me había fallado a mi mismo, que estaba en la misma situación de años antes cuando también estuve en un hospital por otro cólico biliar. Pero no me deje llevar. Recompuse los pedazos rotos de mi alma, llore un buen rato solo en el aparcamiento mientras me iba, y me fui a mi casa. Sentí la enfermedad de la compulsión por la comida tan pesada como una losa, y sentía que estaba conmigo fastidiándome la vida, y que estaría ahí toda mi vida. Que no me dejaba vivir.

Al día siguiente estaba tan desecho que no me podía ni levantar. Todo el ajetreo del viaje, el malestar del cólico, y la noche sin dormir me tenían atado a la cama. Y tenia que ir a ver a mi novia a un evento de su trabajo muy importante para ella. Yo no podía ni con mi alma e hizo falta que me llamara cuatro veces al móvil para despertarme. Le dije que intentaría ir pero que no le prometía nada, puesto que me encontraba muy mal. Al final hice un esfuerzo y fui. Pensé que no podía dejar que esa recaída dañara mi relación con ella, pensé en la gran desilusión que se llevaría, y no me deje influir por los hechos de la noche antes. Así que fui, y me lo pase bien viéndola ilusionada en su trabajo y con sus compañeros y el ambiente de fiesta que tenían.

Pasaron unos días y en cuanto pude fui a una reunión. Me trague el orgullo y claramente dije que había recaído y que necesitaba ayuda. Esta vez ese defecto de carácter no me impediría pedir ayuda, el orgullo no alargaría la recaída. En esta reunión aprendí muchas cosas. Mi estado mental había retrocedido con la recaída. No había perdido la serenidad, pero si sentí que mi sano juicio estaba alterado. Sobre todo la comprensión y al amor hacia la gente. La amabilidad inherente a un despertar espiritual. Eso se estaba resistiendo. Hasta aquel momento había estado de “mi enfermedad”, como “la enfermedad” tomaba acciones contra mi o ponía pensamientos enfermos en mi cabeza. Esa manera de pensar me había ayudado inicialmente, pero en esta reunión aprendí algo que desde mi estado alterado tras la recaída me hizo revolverme con rebeldía e indignación al sentirme extraño, y ver mi error. Pensar en la enfermedad como disociándola de mi era no aceptarla, querer sacarla de mi, querer dejar de ser comedor compulsivo. No hacerme responsable de mis acciones encaminadas a la recaída y echarle la culpa a la enfermedad. Como es mi enfermedad la que hace las cosas yo me libro de rositas. Aunque esto me costo comprenderlo en un principio, y me costo atracón de replica, vi que era responsable de mis errores, y que tenia que aprender de ellos, pero no culparme ni fustigarme. Tenía que aprender y evolucionar. Ahora se que “tengo pensamientos y conductas enfermos” y no que la enfermedad pone pensamientos enfermos en mi cabeza. Se que yo mismo me puedo hacer la cama inconscientemente para recaer y no que la enfermedad trabaja por detrás para que yo recaiga. No puedo disociarme de la enfermedad hasta tal punto, por que esta no va a desaparecer, y esto va en contra de mi primer paso, no admitir que estoy enfermo. Creo que por esto pude recaer.

El atracón de replica no fue demasiado doloroso, no estaba yo para entrar en un supermercado y salir de alli sin comprar nada. Pero no fue un atracón muy destructivo para mí. Pero si sabía que mi voluntad estaba doblegada ante la comida. Moralmente me estaba minando. Comer de nuevo en el coche era algo muy peligroso para mi.

En un par de días vino de nuevo la sensación de sentirme de nuevo abstinente. Atravesé mi ciudad de punta a punta caminando y en este largo paseo recobre la ilusión. Dicen que el ejercicio levanta el animo, será por las hormonas liberadas en sangre por el ejercicio, yo que se. Pero me sentí mucho mejor, disfrute del paseo sin pensar en nada, fijándome en cada detalle de la ciudad, en los árboles, en los jardines, en los puentes, y aceras. Y así me sentí de nuevo abstinente. Liberado, ligero, libre.

Me quedo con dicho que me enseño una compañera en una reunión. Recaigo siete veces, me levanto ocho.

lunes, octubre 06, 2008

#PREGUNTA Nº 29 Al haber dado los Pasos 1 y 2, nuestro éxito en el Programa depende de dar por completo el Paso 3.

Yo a veces tengo lo que llamo crisis de tercer paso. Para mi el tercer paso consiste en dejar de pensar que yo se lo que es bueno para mi, renunciar al control de mi vida, y dejar mi destino y mi día a día en manos de mi poder superior.

Cuando tengo una de estas crisis de tercer paso, yo me quiero volver a poner de nuevo al mando. Quiero controlar. Por que no acepto lo que pasa. Me pienso que yo puedo arreglar la situación. Me olvido de hacer lo que tengo que hacer y quiero solucionarlo todo de un plumaza, cargar con todo sobre mis hombros.

El tercer paso es un momento crucial y decisivo de mi programa. Es la clave para liberarme de la angustia y la frustración y del dolor que causa la enfermedad.

Parto de la base de que soy adicto, adicto a la comida. Llamaría a “comer compulsivamente” a “comer adictivamente”. Para mi la base de una adicción es buscar en la sustancia o en la acción un placer o confort, en este caso en el comer, en el acto del atracón. Así pues comemos para sentir placer, para compensar el dolor de mi vida. Soy adicto. La vida me duele, como. Uso la comida para no sentir dolor, anestesio mis sentidos con comida.

¿Cómo ayuda el tercer paso a parar este ciclo de dolor – atracón, en el cual consiste la adicción a la comida? Liberándome del peso de mi vida. Ya no soy yo el responsable de todo. Ahora es dios quien esta al cargo, yo solo paso por aquí. El lo ve todo desde más arriba y tiene una visión mas coherente y completa. Ya no soy responsable de mi destino, ya puedo dejar de culparme a mi mismo por todo. No tengo necesidad de sopesar toda mi vida en un momento. Es la liberación. Además creo que voy a estar en mejores manos que las mías, por que dios me ama, me cuida, a mi y a todos, y tiene un lugar reservado especialmente para mi en el orden de todas las cosas. El sabe lo que es bueno para mi, yo no lo se, y solo he de aceptarlo.

Esta manera de pensarlo es la liberación, por que ya no soy ni vencedor ni culpable. Dejo de ver la vida en términos de éxito o fracaso, y cultivo la idea de la aceptación de lo que me ocurre, bajo un propósito secreto de un poder superior que me manda las cosas que necesito, incluidas las dificultades, para hacerme crecer interiormente.

Al dar el tercer paso ya no me cierro en banda ante el dolor, ni lo vivo en una auto negación adictiva. Ahora lo acepto, se que una cuota de dolor es normal y aceptable en mi vida y vivo con ello. Cuando acepto las cosas que me pasan me pongo en marcha para solucionarlas, no trato de taparlas, esconderlas o negarlas. El dolor viene se siente y se va, y ya esta. No por un poco de dolor o por un problema tengo que poner patas arriba mi vida. Por que yo ya no tengo poder de decisión, es dios que manda, yo acepto y me adapto.