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viernes, noviembre 21, 2008

Comentario de texto sobre "Mas acerca del Alcoholismo" del libro grande de alcoholicos anonimos. Escrito por un comedor compulsivo.

EL ALCOHOLISMO

La mayoría de nosotros rechazaba admitir que éramos verdaderos alcohólicos. En efecto, no es agradable para nadie pensar que mentalmente y físicamente se es diferente a los demás. No es entonces de extrañar que nuestras vidas de bebedores hayan estado marcadas por innumerables e inútiles tentativas para demostrar que podíamos beber como todo el mundo.

Yo, por mi propia voluntad, solo intente controlar la comida una vez. Hubo otros, mis padres principalmente, que quisieron que yo la controlara, pero nada de nada. Solo cuando yo quise pude tener algo de control, y luego mi voluntad se quemo. En todo este proceso, no puedo cuantificar el daño que me he hecho a mi mismo con la comida. Todo el daño físico, todo lo que me he perdido de vivir, que no me he dejado a mi mismo experimentar, preso de mi loca mente. Por eso, no prefiero ni pensarlo. Prefiero vivir solo por hoy, un día a la vez.

Ésta es la gran obsesión de todo bebedor anormal: la idea de que algún día y él no sabe cómo llegará a beber razonablemente y a encontrar placer al hacerlo.

A veces en la recaída me ha asaltado una idea similar, querer comer y no recaer. Una idea ilusa, una fantasía. Querer comer como un comedor normal.

Es asombroso constatar hasta qué punto puede persistir esta ilusión. Son muchos los que se aferraron a ella hasta las puertas de la locura o de la muerte.

A veces pienso que es una guerra ideológica que se libra en mi cabeza y a mi alrededor. Es como si el mundo en el que vivimos nos programara a comer hasta la muerte en vida. Conozco personas destrozadas por la obesidad, y yo era así. Escogí que no era eso lo que quería. Y cuando me acerco a ellos vuelvo a querer comer. Identifican el “estar vivo” como comer mucho, beber mucho, y divertirse mucho. Y son inconscientes de si de dañan en el proceso. A lo mejor yo como enfermo, siento mucho mas ese daño y me autodestruyo. Para otros a lo mejor solo es un leve parasito, pero a mi me mata esa forma de vivir.


Aprendimos a aceptar, hasta lo más profundo de nuestro ser, que éramos alcohólicos. Éste era el primer paso a tomar si queríamos liberarnos. La ilusión de que somos como los demás o que algún día lo llegaremos a ser debe disiparse de inmediato.

Si quiero recuperarme esto es vital para mí. No soy normal en lo que a la comida se refiere. Soy adicto y uso la comida como mi droga.

Nosotros, hombres y mujeres alcohólicos, hemos perdido la facultad de controlarnos ante el alcohol. Sabemos que un alcohólico verdadero jamás encuentra este control. Claro que sí, todos nosotros tuvimos, en un momento determinado, la impresión de que nos reponíamos. Pero estos respiros, generalmente cortos, eran seguidos por una impotencia todavía más grande que traía un abatimiento lastimoso e incomprensible. Estamos convencidos de que los alcohólicos de nuestra categoría somos presa de una enfermedad progresiva. A la larga, nuestro estado se agrava sin cesar, jamás se mejora.

Yo he sentido en mis carnes esa progresión. Después de varios años de estar en cca siento mi enfermedad. Ahora soy consciente de ella y veo como funciona en mi interior. Eso no quiere decir que me cure o empeore, pero soy consciente de lo que pasa por mi cabeza enferma. Si me dejo las recaídas son peores, pero si me cuido y hago lo que tengo que hacer con la ayuda de mi poder superior y los grupos, siento que la enfermedad se detiene un día a la vez. Pero es como un tigre encerrado. Si lo suelto, vuelve con mucha mas fuerza. Por eso he aprendido que aun en recaída no debo de abandonar el programa por que así no suelto la correa que tiene atado al tigre de mi enfermedad. En recaída, el uso de las herramientas, es el último vínculo con mi abstinencia, lo que puede hacer que una recaída se alargue, o tenerme de nuevo abstinente al poco tiempo. Lo tengo muy claro. Si recaigo, sigo escribiendo, sigo viniendo, sigo llamando, sigo haciendo servicio.

El alcohólico es como el inválido que no tiene ya piernas: jamás las va a recuperar. No parece existir ningún tratamiento capaz de transformar en seres normales a los alcohólicos como nosotros. Hemos probado todos los remedios posibles, y a veces algunos nos han dado un momento de respiro. Más siempre les seguía la aparición de un estado aun más grave que los anteriores. Los médicos que conocen el alcoholismo están de acuerdo en que es imposible para un alcohólico convertirse en un bebedor normal. Quizás algún día la ciencia aporte tal remedio, pero hasta ahora esto no es posible.

No se me puede olvidar ni un momento que soy comedor compulsivo. No soy un comedor normal, ni puedo tener la ilusión de que soy como los demás. Eso me puede llevar a la autodestrucción de la recaída. Muchas veces yo quiero ser un comedor normal, la autocompasión me martiriza sintiéndome diferente, inferior, a los demás. Pero no se me puede olvidar. Es una trampa que mi pensamiento enfermo tiende ante mí para que finalmente yo escoja la recaída por autocompasión, comer para sentirme igual que los demás. Comer en sociedad. Comer por que todos comen. Comer por que otros me animan.

A pesar de lo que podamos decir, numerosos son los verdaderos alcohólicos que no creen pertenecer a esta categoría. Ellos se dejan llevar por una esperanza engañosa y tratan por todos los medios de demostrarse que son las excepciones a la regla y que son, por consiguiente, bebedores normales. Estamos dispuestos a quitarnos el sombrero ante la persona que, habiendo demostrado una sola vez que era incapaz de controlar el alcohol, pudiese posteriormente consumirlo de manera normal. Sólo Dios sabe los numerosos y pacientes esfuerzos que hemos hecho por intentar beber ¡como todo el mundo!

Esta enfermedad de la adicción es tan astuta y traicionera que uno puede estar enfermo y no darse cuenta de ello, o saber que algo pasa y no querer creerlo. Solo desde el fondo mas hondo de mi enfermedad, desperté y dije esto no puede seguir así, me estoy haciendo daño con la comida. No hay alternativa a oa, no hay curación definitiva. No puedo creerme la idea de irme y que los atracones desaparezcan, que es la mentira que surge en mi cabeza.

He aquí algunos de los métodos que intentamos: Beber solamente cerveza; limitar el numero de copas; nunca beber solos; nunca beber por las mañanas; beber solamente en nuestra casa; no tener alcohol en casa; no beber durante las horas de trabajo; beber solamente en compromisos sociales; cambiar de whisky a brandy; beber solamente vino; estar de acuerdo en presentar nuestra renuncia si llegábamos a emborracharnos en el trabajo; salir de viaje; dejar de salir de viaje; jurar o simplemente prometer que no volveríamos a beber; hacer más ejercicio físico; leer obras literarias adecuadas para encontrar motivación; pasar algún tiempo en una finca de reposo en el campo o en alguna clínica; estar de acuerdo en recibir tratamiento psiquiátrico. La lista podría aumentarse hasta el infinito.

Hacerme vegetariano, solo comer dulces y picoteo cuando salgo de cada, solo comer algunos alimentos determinados fuera de casa, solo comer unos alimentos los fines de semana. No desayunar ni cenar. Comer un día de cada tres. Solo comer una vez a la semana. Y la lista sigue y sigue en el descenso a la tortura de mi enfermedad.

No nos gusta declarar que una persona es alcohólica; usted mismo puede elaborar su propio diagnóstico:

Entre al bar más cercano y vea si puede beber razonablemente. Asimismo, ensaye beber y detenerse súbitamente. Repita el experimento varias veces. Pronto sabrá a qué atenerse si es honesto consigo mismo. Quizás valga la pena arriesgarse a padecer un brutal acceso de temblores, con tal de saber con seguridad cuál es nuestro estado.

A mi esto me ha pasado anteriormente, de comer algo y sentirme alterado inmediatamente. Pero fue quizás a mediados del ultimo año que he estado abstinente que la compulsión perdió esa inmediatez en mi, no se por que. Ya ante las tentaciones y los alimentos compulsivos no me ponía nervioso. Y eso era bueno y peligroso a la vez. Bueno por que me sentí liberado, peligroso por que podía confiarme como finalmente me paso. Como ya no me sentía alterado ni nervioso ni ansioso ni compulsivo en el momento de comerlo, me engañaba a mi mismo abriéndole la puerta a ese alimento “dudoso” que había llegado a mi por casualidad. La mayoría de las veces no pasaba nada. Pero al final de este año, fue como si la presa reventara. El proceso se alargo demasiado, durante dos semanas de distintas amenazas de mis compulsivos y dudosos. Y al final aunque no inmediatamente se despertó en mí el ansia de comer, pero con la cabeza fría, sabiendo que lo quería. No buscando tapar nada conscientemente, si no por pura adicción física.

Aunque no estemos en condiciones de comprobarlo, creemos que la mayoría de nosotros habríamos podido poner fin a nuestro mal hábito desde el principio. Sin embargo, pocos alcohólicos desean verdaderamente dejar de beber cuando aún es tiempo. Hemos tomado algunos casos de individuos que, a pesar de la manifestación indudable de todos los signos de alcoholismo, tuvieron éxito al no beber durante mucho tiempo gracias a un poderoso deseo de dejar de hacerlo. Les damos aquí un ejemplo:

No recuerdo el primer día que me di un atracón, y yo no estaba allí para decirme a mi mismo no hagas eso. Como no lo recuerdo, y aquella época es una laguna en mi mente, no se como ocurrió. No se si yo pude haber parado como dice el texto. Además soy la tercera generación de comedores compulsivos en mi familia, y creo que la enfermedad estaba en mi vida antes de que yo naciera, así que el ser o no enfermo es algo que esta totalmente ajeno a mi voluntad. Ni yo decidí serlo, ni yo puedo dejar voluntariamente de estar enfermo. Es lo que soy y tengo que vivir con ello.

Un hombre de treinta años se emborrachaba mucho y muy seguido. Por las mañanas se sentía excesivamente nervioso e intentaba calmarse bebiendo otra vez alcohol. Además deseaba ardientemente triunfar en los negocios, pero se daba cuenta de que no lograría nada bueno mientras hiciera contacto con el alcohol, pues, una vez que empezaba a beber, ya no podía detenerse. Tomó entonces la decisión de no tomar ni una sola gota de alcohol hasta que hubiese triunfado en la vida y viviera retirado de los negocios. Con una fuerza excepcional, este hombre permaneció perfectamente abstemio durante veinticinco años y, después de haber triunfado en el mundo de los negocios, se retiró a los cincuenta y cinco. Como casi todos los alcohólicos, cometió el error de creer que, en razón de su larga abstinencia y de su disciplina personal, podría beber como los demás. Se puso sus pantuflas y abrió una botella.

Esto me recuerda a lo que yo hice cuando me volví vegetariano sin decidirlo a propósito. Empecé a comer de la manera mas sana para mí y en menos de un año perdí 40 kilos. Pero al año empecé a vivir de nuevo y eso conllevaba una serie de dolor, y un acercarme a una vida social basada en la comida, que hizo que perdiera toda la fuerza de voluntad que había tenido con la comida. No le puedo poner horizontes ni condiciones a la comida. No puedo decir voy a dejar de comer hasta cuando, o comeré cuando, por que entonces le estoy poniendo fecha y hora a mi recaída.

Dos meses más tarde llegó a un hospital confundido y humillado. Durante algún tiempo hizo esfuerzos para regular su modo de beber, al tiempo que se internaba varias veces en el hospital. Poco después, reuniendo todo el coraje de que era capaz, intentó cesar de beber completamente, sólo para descubrir que no podía. Sin fijarse en gastos, consiguió todos los medios posibles para combatir su hábito; pero todas sus tentativas fracasaron. De complexión robusta en su retiro, su físico decayó gravemente y murió cuatro años más tarde.

Hay en esta historia una lección importante. La mayoría de nosotros creímos que, no bebiendo durante un buen tiempo, podríamos enseguida beber normalmente. Pero aquí está un hombre que, a los cincuenta y cinco años, se encontraba en el punto exacto en que estaba a los treinta. Vimos demostrada una vez más esta verdad: Una vez alcohólico, alcohólico para siempre." Cuando, después de un período de abstinencia, regresamos al alcohol, estamos en el mismo estado grave que antes. Si queremos renunciar a beber, debemos hacerlo sin ninguna reserva, sin acariciar la sutil esperanza de estar algún día inmunizados contra el alcohol.

Moraleja de este texto, confirmada a través de mi experiencia como comedor compulsivo en el transcurso de mi recuperación: no hay ningún motivo, ni ninguna excusa por la cual yo pueda o tenga que comer un alimento compulsivo. Todo son mentiras y auto justificaciones en mi mente.


Quienes son jóvenes pueden llegar a creer, a partir de la experiencia de este hombre, que pueden detenerse, como él lo hizo, por medio de la sola voluntad. Dudamos mucho que puedan tener éxito, ya que no lo desean firmemente. A causa de la particular deformación mental del alcohólico, ninguno tendrá éxito. Un gran número de miembros de nuestra agrupación, personas de treinta años o menos, habían bebido sólo durante unos pocos años; sin embargo, se encontraron tan desprotegidos como aquellos que habían bebido durante veinte años.

Da igual quien seas, la edad que tengas, lo mayor o joven que seas. La adicción te asedia y destroza tu vida. La enfermedad es irónicamente justiciera: es igualmente destructiva para todos.

No es necesario haber bebido mucho tiempo ni haber ingerido las mismas cantidades de alcohol que nosotros para estar gravemente afectado. Esto es particularmente cierto para las mujeres. Las mujeres del tipo alcohólico son a menudo atacadas por la enfermedad de manera súbita y llegan al punto de no retorno en pocos años. Ciertos bebedores, que se sentirían insultados por ser considerados como alcohólicos, se asombran de su incapacidad para cesar su consumo de alcohol. Nosotros, que estamos familiarizados con los síntomas de esta enfermedad, encontramos que entre los jóvenes hay un gran número de alcohólicos potenciales, por donde quiera que los observemos. Pero... ¡trate usted de que ellos se den cuenta!

La compulsión por la comida tiene el poder de poner una venda en los ojos de los que la sufren. Hasta el punto de vivir deteriorando su vida enormemente, y creer que no pasa nada, de ignorar el tema completamente. No hay conciencia de esta enfermedad, ni para los propios enfermos. Es un tema tan delicado y tan intimo, que un espeso tabú cae sobre el asunto. Muchas personas solo de escuchar hablar sobre compulsión por la comida, niegan el asunto totalmente, y se cierran en banda. A mi no me paso eso. Yo desde el primer día que supe que los grupos existían, supe que esto era lo que me pasaba, y que este era mi camino. Otras personas dudan siquiera si son o no comedores compulsivos.

Al lanzar una mirada al pasado, nos parece que seguimos bebiendo mucho tiempo después de que pasamos el punto donde pudimos parar sólo con nuestra voluntad. A aquél que se pregunte si ya franqueó ese límite, nosotros le sugerimos que ensaye abstenerse de alcohol durante un año. Si es un alcohólico verdadero y su alcoholismo está muy avanzado, tiene pocas probabilidades de tener éxito. En los primeros tiempos en que empezamos a beber, todas las veces teníamos éxito en no beber alcohol por un año o más; después nos convertimos en bebedores crónicos. Aunque, si una persona puede dejar de beber por un corto tiempo, puede ser ya un alcohólico potencial. Estamos convencidos de que será poco probable que aquellos a quienes les interese este libro puedan dejar de beber durante un año. Algunos de ellos estarán ebrios al día siguiente de que tomen esa resolución; la mayoría beberá en las siguientes semanas.

Pues precisamente un año fue el tiempo que yo estuve controlando la comida la primera vez que me puse a hacerlo por voluntad propia. Un año en el que perdí cuarenta kilos, y un año tras el cual empecé a comer de nuevo, poco a poco, hasta que empezaron los atracones.

Aquellos que son incapaces de beber moderadamente, se preguntarán cómo podrían de dejar de hacerlo completamente. Damos por descontado, desde luego, que el lector desea dejar de beber. Para saber si alguien puede hacerlo sin una ayuda espiritual, es necesario saber hasta qué punto ha perdido la capacidad de elegir si va a continuar o no bebiendo. Fuimos muchos los que pensábamos que teníamos la fuerza de carácter necesaria para poder hacerlo. Sentíamos la necesidad absoluta de renunciar al alcohol para siempre. Y, sin embargo, nos fue imposible hacerlo. El alcoholismo, ahora lo sabemos, posee esta característica desconcertante, tal como la conocemos nosotros: no se le puede dejar, no importa lo grande de la necesidad o el deseo.

Creo que para mi la comida es aun peor, puesto que tengo que comer tres veces al día para poder vivir. El alcohol no lo necesito, pero comer si. Con cada bocado me acuerdo de lo que es comer compulsivamente. A veces incluso desconfió de los alimentos que me gustan, por que puedo convertirlos en compulsivos si los consumo buscando en ellos placer o compensación.

Entonces, ¿qué debemos hacer para ayudar a nuestros lectores a determinar por sí solos, y por su propio interés, si son de los nuestros? El tratar de renunciar al alcohol durante un cierto tiempo es útil; sin embargo, creemos tener un medio mejor para ayudar a aquellos que sufren de alcoholismo y, quizá también, a los médicos. Por esto vamos a describir algunos de los estados mentales que preceden a una recaída, pues es evidente que es ahí donde está el fondo del problema.

¿Qué pasa en la cabeza de un alcohólico que repite y repite la experiencia fatal de la primera copa? Sus amigos que intentaron hacerlo razonar después de una borrachera que lo ha llevado casi al borde del divorcio o de la quiebra, se quedan siempre desconcertados al verlo tomar de nuevo el camino al bar. ¿Qué hace? ¿En qué piensa?

¿Y por que como si se que me hace daño? ¿Por qué como si se que me destruye físicamente, emocionalmente, espiritualmente? ¿Por qué como si después se que no soy capaz de parar, y el estomago se me queda como si me hubieran dado una paliza, y me puede dar un cólico biliar? Por que soy adicto a la comida, y solo los adictos consumen aquellos que les hacen daño en una espiral de autodestrucción.


Nuestro primer ejemplo es el de un hombre al que llamaremos Jim. Además de tener una esposa y unos hijos encantadores, Jim heredó una exitosa concesionaria de automóviles y su pasado como soldado de la Primera Guerra Mundial es de lo mejor. Tiene éxito en las ventas. Goza de la estima de todos. Hasta donde se le puede juzgar, es un hombre inteligente, pero de carácter nervioso. Estuvo abstemio hasta la edad de treinta y cinco años. Al paso de pocos años, sus excesos de alcohol lo hicieron violento hasta el punto que se le tuvo que internar. A su salida del psiquiátrico, se puso en contacto con nosotros.

Le participamos lo que sabíamos del alcoholismo y de la solución que habíamos encontrado. Él decidió intentar. Se volvió a unir a su familia y obtuvo un puesto de vendedor en la empresa que él había perdido a causa del alcohol. Todo marchó bien por un cierto tiempo; sin embargo, él no hizo nada por enriquecer su vida espiritual. Con todo su asombro, se emborrachó seis veces en poco tiempo.

La fe sin obras es fe muerte. Yo opino que la recuperación sin poder superior, no es abstinencia, sino estar a dieta, aguantando a puño con todas tus fuerzas. Y los recursos personales de cada uno, me refiero a los míos, son finitos. Dios tiene toda la fuerza de voluntad que yo no tengo. Por eso necesito fe y un poder superior.

Después de cada una de estas recaídas, nosotros trabajábamos con él, tratando de investigar qué había ocurrido. Reconoció que realmente era alcohólico y que su estado era grave. Sabía que lo esperaba otra curación en el hospital psiquiátrico, si hubiese continuado. Además, perdería a su familia, por la que sentía tanto afecto.

Para muchos en mi humilde opinión, para mí el primero, los medios convencionales no funcionan por que obvian la faceta espiritual de la enfermedad. Ni médicos, ni psiquiatras, ni psicólogos, ni endocrinos, tienen en cuenta lo que uno puede llegar a sufrir por un atracón. Todo lo que saben de la enfermedad es un cliché de cortar pegar que han estudiado en los libros. No es experiencia de primera mano de vivir la recuperación en sus carnes, es una experiencia de “plástico”. Nadie conoce mejor como salir de esta enfermedad como quien la ha vivido en sus propias carnes y ha sobrevivido para contarlo.

A pesar de todo, volvió a beber. Le pedimos que nos relatara exactamente como habían ocurrido las cosas. He aquí su relato: Me presenté a trabajar el martes por la mañana. Recuerdo que estaba en un estado de irritación debido a la idea de que no era más que un vendedor del negocio que antes me había pertenecido. Tuve una diferencia con el dueño, pero nada serio. Enseguida decidí visitar a uno de mis clientes que vivía en el campo y que quizás se interesaría en comprar un coche nuevo. Durante el trayecto, y debido a que sentía hambre, me detuve en un restaurante donde también había un bar. No tenía ninguna intención de beber. Quería comer sólo un emparedado. Medité en que quizás podría encontrar ahí a algún otro cliente conocido, pues frecuentaba esta clase de lugares desde hacía varios años. Había ido a ese lugar por varios meses, desde que dejé de beber. Me senté en una mesa y pedí un emparedado y un vaso de leche. Hasta ese momento no llegó a mi mente la idea de beber. Pedí otro emparedado y decidí tomar otro vaso de leche.

Repentinamente me pasó por la cabeza la idea de que si le pusiera un dedal de whisky a mi leche, no me haría daño, ya que tenía el estómago lleno. Ordené el whisky y se lo añadí a la leche. Tuve la vaga idea de que no estaba siendo prudente, pero me tranquilizó el estar tomando el whisky con el estómago lleno. La cosa iba tan bien que ordené otro whisky, que naturalmente vacié en otro vaso de leche. Como me parecía que no me hacía mal, pedí otro.

Astuta, desconcertante, poderosa. Te hace creer que aun sigues al mando mientras sigilosamente se va colando y minando mi resistencia. Y cada vez un poquito mas, un poquito mas. Haciéndome creer que no pasa nada, que puedo controlarlo.

Fue así como Jim tuvo que irse de nuevo al hospital. Aquí estaba la amenaza de internarlo, de perder su trabajo, su familia; y ya no digamos los sufrimientos morales y físicos que el alcohol siempre le causaba. Que estaba bien informado sobre su condición de alcohólico, lo estaba. No obstante, todas las razones que tenía para no beber fueron fácilmente descartadas con la idea insensata de que podría tomar whisky sin peligro, ¡nada más si lo mezclaba con leche!

Como quiera que se le llame, no importa. Para nosotros, ésa es locura, simple y llanamente. ¿Cómo podríamos llamar de otra manera a una falta de juicio tal, a una falta de pensamiento tal?

¿Qué es más fácil? ¿Ponerles límites a otras personas o ponerte limites a ti mismo? Para mí sin duda es más fácil ponerle límites a otra persona. Soy un experto en auto sabotearme. En hacerme daño con cosas que se que me hacen mal, pero que me proyectan un espejismo de falso placer momentáneo. Me conozco. Se que no puedo decir que voy a hacer algo, por que al final haré todo lo contrario. Mi recuperación pasa por no creerme nada de mi mismo, por tener en entredicho todos los pensamientos que hay en mi cabeza. Por que estoy enfermo, tengo pensamientos enfermos, cuyo fin último es llevarme a la recaída, a los brazos de la enfermedad, y no me puedo fiar de mí.

Quizás crea usted que se trata de un caso extremo. Para nosotros es algo común, ya que esta manera de pensar ha sido característica en cada uno de nosotros. Hemos reflexionado acerca de estos hechos más de lo que Jim lo hizo. Pero nosotros éramos siempre las víctimas de un curioso fenómeno mental: paralelamente a nuestros argumentos sensatos, algunos pretextos tan aberrantes como ridículos se nos ponían enfrente para justificarnos al tomar la primera copa. Todos nuestros demás razonamientos no bastaban para parar de beber. Estas ideas insanas siempre triunfaban. Al día siguiente nos preguntábamos, con toda sinceridad y honestidad, cómo había podido suceder todo eso.

El fondo no tiene fin. Yo he sentido que al creer haber tocado fondo, la enfermedad me ha enseñado que puedo ir un poco más allá en mi viaje a la autodestrucción mediante mi adicción. Es increíble el sufrimiento que puedo llegar a soportar dándome igual, tengo una capacidad de abnegación que me sorprende a mi mismo. No hay límite para el daño que me puedo hacer a mismo, no hay un peso tope por encima. Los atracones siempre me llevan a más y más y más.

En otras circunstancias, deliberadamente nos emborrachamos, creyendo estar justificados por los nervios, la cólera, la inquietud, la depresión, los celos o algún otro sentimiento de este género. Pero, aun en esta clase de inicio, debemos aceptar que a esta justificación le faltaba cualquier base razonable, desde el momento en que todo terminaba de ese modo. Nos dábamos cuenta ahora de que, aun cuando comenzábamos a beber deliberadamente, y no en forma fortuita, no habíamos reflexionado seriamente en las enormes consecuencias que iban a resultar.

Este es el por que del 4 paso. Aprendí que los defectos de carácter, en última instancia me llevan a recaer en la enfermedad de la compulsión por la comida. Así pues, como la comida no puedo controlarla por más que quiera, trato de reconducir mi vida a una manera de pensar lejos de los defectos de carácter. Se trata de no activar los resortes en mi cabeza que se que me llevan a comer compulsivamente, que son muchos, algunos como los citados aquí: la inquietud, depresión, y todos los que se citan en el 4 paso. Mantenerse abstinente es un arte, y una parte para mi consiste en no dejar que los defectos de carácter enturbien mis decisiones y mis actos, por que entonces tomare la decisión en orden. Aunque en otro orden, el tercer paso trata sobre como dejar en manos de mi poder superior mi voluntad, mis decisiones, asegurando así que haga lo que haga estará guiado a la recuperación, y no a los defectos de carácter y la enfermedad.

Nuestra forma de comportarnos ante la primera copa es tan absurda e incomprensible como la de aquél que acostumbra atravesar la calle cuando hay un tráfico incesante. Buscando emociones fuertes, le encanta esquivar a los coches. Y a pesar de las advertencias de sus amigos bien intencionados, se divierte con este jueguito durante años. Hasta este punto, él pasa como un individuo loco con ideas muy extrañas sobre cómo divertirse. Pero un día la suerte lo abandona y se lastima ligeramente varias veces consecutivas. Una persona normal dejaría a un lado esta peligrosa manía. Pero ahí lo tenemos, atropellado nuevamente por un vehículo, mas esta vez le fracturaron el cráneo. En el curso de la siguiente semana, al salir del hospital, un tranvía le rompe un brazo. Él le dice a usted que ha resuelto no volver a lanzarse jamás al arroyo de la calle, pero, al cabo de unas semanas, lo encontramos con las dos piernas fracturadas.

Se que esta mal, se que me hace daño, se que me destruye. Pero aun así lo hago. ¿Por qué? Como enfermo soy experto en contarme mentiras y creérmelas yo mismo. La principal es ver en el atracón una recompensa a corto plazo con la que tapar el dolor de mi vida. Es decir, buscar en la comida una sensación de placer, de satisfacción, de saciedad y llenazón. Con eso, un adicto a la comida como yo, quiere tapar el resto de su vida y no enfrentarse a ella. Creo que los adictos somos cobardes en extremo. Y luego, cuando salgo de la resaca del atracón, y mi vida sigue igual o peor por que no me he ocupado de mis problemas, la solución es fácil: otro atracón. Y así viví yo el ciclo de dolor, atracón, que lejos de solucionar o aliviar nada lo empeoraba. Como un borracho que ahoga sus penas en alcohol, pero con comida. Me digo, no lo volveré a hacer, pero la enfermedad me presenta la posibilidad como muy atractiva, busca excusas, y factores externos (publicidad, comida en eventos sociales) apoyan a la perspectiva de que comer me dará el momento de placer que necesito para olvidarme de todo. Y por supuesto, esto es mentira. Si hago eso, me estoy autodestruyendo.

Y por años y años continúa comportándose así prometiendo continuamente que será prudente y que ya no volverá a atravesar la calle. Finalmente, ya no puede volver a trabajar. Su esposa se divorcia de él y nuestro amigo se convierte en el hazmerreír de todos. Intenta todas las soluciones para quitar de su mente esta manía. Se hace internar en un hospital psiquiátrico, con la esperanza de salir curado. Pero el día en que deja el hospital, se precipita contra un camión de bomberos que le rompe la columna. Es necesario estar loco para actuar de este modo, ¿no cree usted?

¿Loco? Por supuesto. La compulsión por la comida, vista desde el punto de los profesionales de la salud, es un trastorno de la conducta alimentaría, un trastorno conductual, una enfermedad mental. Esta definición “profesional” lleva implícito el ignorar la solución a los atracones, por que solo define la enfermedad. En Oa aprendí que mi enfermedad es física, emocional, y espiritual. Esta descripción de la enfermedad me muestra que sufro por la comida en tres áreas, y que debo trabajar las tres para mejorar. Es una definición esperanzadora por que me muestra un camino a seguir en pos de la recuperación.

¿Considera usted que este ejemplo es demasiado exagerado o casi ridículo? ¿Le parece así? Nosotros, que hemos pasado por duras pruebas, estamos obligados a admitir que se podría contar la misma historia, sustituyendo esta pasión por el peligro con el hábito de beber. La narración nos describiría exactamente. A pesar de todo lo expertos e inteligentes que podamos ser en otros campos, por lo que respecta al alcohol somos personas que nos comportamos verdaderamente como seres afectados por locura. Es muy crudo hablar así, pero ¿no es cierto?

Y como un alcohólico a la bebida, yo creo que con la comida no tengo mesura, control, ni medida ninguna. Es para mi un milagro y una gran suerte que una persona como yo (que hay días que me levanto con ganas de comerme un caballo sin saber por que (o si sabiéndolo pero sin querer admitirlo), y que luego me tiraría sin comer tres días para bajar el atracón y no engordar) pueda comer tres veces al día de una manera ordenada, sensata y sana haciendo uso de las herramientas, los pasos y el programa de recuperación de OA.

Algunos de ustedes pensarán: Sí, eso que nos dice es verdad, pero no se aplica enteramente a nuestro caso. Estamos de acuerdo en que presentamos algunos de esos síntomas, mas no hemos llegado a los extremos de ustedes y hay pocas probabilidades de que nos ocurra igual, pues luego de oír lo que se nos ha contado, hemos entendido muy bien el peligro de nuestra situación y no vamos a exponernos a que esas cosas nos ocurran. El alcohol no nos ha hecho perder todo en la vida y, además, no tenemos la intención de llegar hasta ese punto. ¡Gracias por la información!"

Este razonamiento es válido para ciertas personas que no sean alcohólicas y que, aunque beban desordenadamente, pueden parar de beber o disminuir la cantidad de alcohol, debido a que sus mentes y su físico no se han dañado tanto como ha ocurrido con nosotros. Pero el verdadero alcohólico, o aquél que está por serlo, sin excepción será absolutamente incapaz de cesar de beber por el simple hecho de que tenga un cierto conocimiento de sí mismo. Queremos insistir en este punto una y otra vez para que pueda entrar en la cabeza de nuestros lectores alcohólicos, ya que esta verdad la hemos aprendido pagando al precio de crueles experiencias. Pasemos ahora a otro caso.

Como dice el programa: No estas tan mal, todavía. Creo que como todo en la vida, en esta enfermedad hay grados, hasta llegar a tocar fondo. Muchas personas, yo creo, que son comedores compulsivos en potencia, y están en el proceso de degeneración. Pero si escuchan hablar de esto, no lo admiten y lo niegan. No se dan cuenta, la enfermedad es así de poderosa poniendo vendas en los ojos, o en las mentes. Yo mismo si me dices hace 10 años que era comedor compulsivo seguramente hubiese salido corriendo.

Fred es socio de una importante firma de contadores públicos. Sus ingresos son muy altos, posee una bella casa. Es feliz en su matrimonio y sus hijos estudian una carrera prometedora en la universidad. Es una persona tan agradable que tiene amistades por doquier. Fred es el perfecto ejemplo del hombre de negocios que ha triunfado. Da la impresión de ser estable, bien equilibrado. Sin embargo, es alcohólico. Conocimos a Fred hace uno año en el hospital donde se recuperaba de una crisis de convulsión alcohólica. Era la primera vez que le ocurría y se sentía muy avergonzado. Lejos, muy lejos de admitir que era un alcohólico, decía que había llegado al hospital para atenderse de agotamiento.

Negar la enfermedad no hace que desaparezca. Cuanto más acepto mi enfermedad, más la comprendo, y estoy más preparado para hacerle frente.

El médico le hizo comprender en tono enérgico que su enfermedad era más grave de lo que él pensaba. Durante algunos días, esta noticia lo deprimió. Decidió renunciar completamente al alcohol. Jamás le llegó a su mente que, a pesar de su fuerza de carácter y su posición social, no lo podría lograr. Fred no sólo se rehusó a reconocer que era alcohólico, y hubiese estado aun menos dispuesto a aceptar una solución espiritual a su problema. Le expusimos lo que sabíamos sobre alcoholismo. Interesándose, reconoció que presentaba algunos de los síntomas; pero estaba lejos de admitir que no iba a poder salir por sí solo. Estaba seguro de que después de aquella experiencia humillante y después de las nociones aprendidas al respecto, éstas bastarían para mantenerlo a salvo por el resto de sus días. El conocimiento de sí mismo resolvería su problema.

He aprendido algo a lo largo de mi devenir por los grupos y el programa de doce pasos. Cuanto más deseo o quiero algo, menos lo consigo. Más se me escapa. El truco esta en dejar las cosas sueltas. Esta es la esencia del tercer paso. Cuanto mas quiero controlar la comida, mas como. Así que la respuesta es no controlar la comida. Dejarla en manos de mi poder superior. Si yo digo que no voy a comer algo, le doy a ese alimento el poder del objeto prohibido, y al final lo termino comiendo. Y así con todo. Esto debería aplicarlo también a las personas, pero me resulta más difícil.

Por un cierto tiempo no tuvimos más noticias de Fred. Un día nos enteramos de que había sido de nuevo hospitalizado. Esta vez padecía severas convulsiones y prontamente dio instrucciones de que necesitaba vernos. La historia que nos contó es una de las más instructivas, porque habla de un hombre convencido de que debía dejar el alcohol, que había dado pruebas de poseer un ingenio y una determinación extraordinarios en todos sus actos y que no obstante estaba ahí, en una cama, postrado.

La enfermedad de la adicción no es cuestión de fuerza de voluntad. Los alcohólicos, comedores compulsivos, y otros adictos poseemos una gran fuerza de voluntad, resolución y determinación. Yo mismo la tengo, pero es superior a mí, a cualquier poder humano. Por mas que diga que no me lo voy a comer, como Fred dijo que no se lo iba a beber, al final acabo derrotado por la evidencia y comiendo. Admitir esta derrota es vital para mi primer paso y me pone en movimiento para saber que hacer cuando esta situación se me presente como adicto que soy.

Escuchemos su historia: Me quedé muy impresionado por lo que ustedes me habían dicho del alcoholismo y creía sinceramente que era imposible que yo volviera a beber. Había tomado debida nota de sus advertencias en cuanto se refiere a la locura súbita que se apodera de la mente ante la primera copa; mas tenía la certeza, con todos los conocimientos adquiridos, que eso no me podría ocurrir. Me decía que mi caso era menos grave que el de ustedes; que tal como resolvía mis problemas personales, yo triunfaría ahí donde ustedes habían fracasado. Me parecía que tenía toda la razón en tener confianza y que bastaba tener voluntad y mantenerme alerta.

Como enfermo de adicción a la comida he aprendido que no me puedo fiar de mi mismo. Mi mente enferma es muy traicionera. Y hoy puedo decir blanco y mañana decir negro. Para mi parte de mi recuperación ha sido admitir que estoy enfermo, que pienso como un enfermo, que mí discurrir mental esta encaminado a la enfermedad, y que no puedo fiarme de nada de lo que pase por mi cabeza. Todo lo tengo que filtrar por el programa, por el filtro de las compañeras, del poder superior, y del apadrinamiento. Solo así obtengo el sano juicio. Pero para eso tuve que admitir que yo solo no podía. Y lo aprendí a base de hundirme a recaídas.

Volví a mis negocios con aquel estado de ánimo y por un cierto tiempo todo funcionó bien. No tenía ningún problema para rechazar el alcohol, pero empecé a pensar que si no había exagerado la gravedad de mi caso. Un día tuve que ir a Washington para presentar una información contable a una oficina del gobierno. Tenía la oportunidad de viajar desde que había cesado de beber: entonces no había nada de nuevo para mí en ese viaje. Me sentía bien físicamente y no había tenido problemas urgentes ni preocupaciones. Mi cita de negocios había sido todo un éxito. Estaba contento y pensaba que mis socios también lo estarían. Un día perfecto llegaba a su fin, no había nubes en el horizonte.

Cualquier día es bueno para recaer. Incluso un buen día. A la enfermedad le da igual el día que yo tenga. Siempre esta ahí a la espera para yo hacerme la cama y terminar a la recaída. Así funciona mi mente enferma.

Fui a mi hotel y tranquilamente me cambié de ropa para la cena. Cuando pasé el umbral del comedor me vino la idea de que podría acompañar mis alimentos con unos cuantos cócteles. Esto fue todo y nada más. Ordené entonces una bebida y mi cena. Después pedí que me trajeran otra copa. Después de la cena decidí ir a pasear. A mi regreso al hotel pensé que beber algo me haría bien antes de irme a la cama. Me dirigí al bar y tomé una copa. Recuerdo haber bebido varias más esa noche y muchas más la mañana siguiente. Tengo un recuerdo vago de haber estado a bordo de un avión con destino a Nueva York y de haber encontrado en el aeropuerto, ahí donde yo esperaba a mi esposa, a un chofer de taxi simpático. El chofer me acompañó en mis idas y venidas durante varios días. Me acuerdo muy poco de lo que dije o hice, o de esos lugares a los que fui. Después llegué a esta estancia en el hospital con sus terribles sufrimientos físicos y morales.

Ese es el poder de la enfermedad de la adicción, anularle a uno como persona. Un lector ajeno podría pensar que las amnesias de Fred eran un efecto físico del alcohol, y quizás así fuera en su caso. Pero yo personalmente tengo lagunas en mis recuerdos, lagunas de tiempo borrado de mi cabeza por que estaba comiendo compulsivamente para no enterarme de nada. Y no hace tantos años, ya había pasado de los 20, con lo que debería de acordarme. Cuando yo como compulsivamente mi mente esta primero hecha un lío, y luego llega al punto del adormilamiento, la anestesia, la negación de mi personalidad. Todo es obsesión por comer, y cuando he comido la borrachera de comida con el malestar de cuerpo y la cabeza ida.

Una vez que estuve en condiciones de pensar, repasé cuidadosamente esa noche en Washington. No sólo no me había cuidado, sino que no resistí en absoluto beber esa primera copa. Esa vez no pensé en absoluto en las consecuencias. Bebí esa primera copa con desenvoltura, como si se tratase de un refresco de cola. Me acordé de inmediato de lo que mis amigos de A. A. me habían dicho. Me habían prevenido que si tenía el retorcimiento mental de un alcohólico, llegaría el día en que volvería a beber. Me habían dicho también que si estaba a la defensiva, algún día, bajo un banal pretexto, mis defensas iban a ceder. Y así fue. Eso fue exactamente lo que ocurría, una y otra vez, pues todo lo que yo había aprendido sobre el alcoholismo, no acudió a mi mente en esta ocasión. A partir de ese momento lo supe: mi mente es alcohólica. Me di cuenta de que la voluntad y el conocimiento de mí mismo no pueden prestarme ningún auxilio en esos momentos extraños de la vida mental. Nunca antes había podido comprender a las personas que decían que algún problema las había doblegado. Entonces sí que los comprendí. Fue un duro golpe.

La enfermedad esta siempre ahí, a la espera, acechándome. La recaída es matemáticamente probable, pero no inevitable. Se puede evitar. Parte de mi recuperación ha sido aprender que hacer cuando mi abstinencia esta siendo amenazada y pende de un hilo. Que hacer cuando quiero comer. Y la respuesta es simple pero no fácil: el uso de las herramientas. Cuando quiera darme un atracón, llamar a una compañera del programa, leer literatura, o ir a una reunión. Esas son las cosas que me sacan de la cabeza la atractiva idea de un atracón. Es romper el aislamiento de mi mismo con mi enfermedad y traerme de vuelta a la cordura. Mi mente enferma trata de provocar la recaída aislándome del programa, y yo con toda la ayuda de que pueda disponer, debo de tratar de remediarlo. He recaído muchas veces por mantenerme aislado lejos de las reuniones, sin llamar, y con comida a la mano. Para mi los viajes son peligrosos y he de manejarlos con cuidado.

Recibí la visita de dos miembros de Alcohólicos Anónimos. Sonriendo algo que me molestó un poco me preguntaron si me reconocía como alcohólico y si en verdad esta vez me daba por vencido. Respondí que sí a ambas cosas. Me presentaron montañas de evidencias que demostraban que el comportamiento alcohólico que había tenido en Washington, era prácticamente incurable. Me citaron, por docenas, casos similares al mío. Esta prueba acabó de extinguir la última chispa de esperanza que me quedaba de salvarme por mí mismo.

Después me expusieron la solución espiritual y el programa de acción que había tenido éxito con una docena de ellos. Aunque yo no practicaba mi religión, encontré sus principios intelectualmente fáciles de asimilar. Pero el programa de vida, así como era de razonable, lo encontraba muy drástico. Veía, por ejemplo, que debería lanzar por la ventana tantas de mis creencias fundamentales de toda la vida. No fue fácil. Sin embargo, a partir del momento en que tomé la decisión de proseguir en este programa, tuve la extraña sensación de haberme liberado de la condición de alcohólico en la que antes me había encontrado. Los hechos lo iban a demostrar.

Para vivir en recuperación de esta enfermedad tan dolorosa y destructiva he tenido que estar dispuesto a todo, a hacer grandes esfuerzos y sacrificios. Irme de mi ciudad, sacar de mi vida personas y actitudes. Estos sacrificios han ido sacando de mi vida las cosas que me hacían recaer y me han llevado a una manera de vivir que me mantiene abstinente. Ha significado sacar, con mucho trabajo y dolor, partes de mi vida que me eran muy preciadas, que no veo para nada dañinas, pero que me acercaban a la comida, o a personas cuya manera de comer me es dañina. Cuando estoy dispuesto a esto y a todo, es cuando pongo mi recuperación y abstinencia por encima de todo lo demás, y me empiezo a recuperar.

Igual de importante fue el descubrimiento de que los principios espirituales iban a solucionar todos mis problemas. Desde entonces se me ha enseñado a vivir según un modo de vida infinitamente más satisfactorio y, así lo espero, más útil que aquél de antaño. Mi vieja manera de vivir no era ciertamente mala en sí, pero yo no cambiaría ciertamente los mejores instantes del ayer por los peores de mi vida de hoy. No regresaría jamás; aunque pudiese hacerlo. "

Mi vieja manera de vivir y de pensar no me vale, yo me lleve a mi mismo, viviendo de esa forma, a un callejón sin salida de depresión y atracones. Necesito vivir de otra manera, de acorde a principios espirituales y al programa de oa, si quiero salir adelante un día a la vez. Es lo que llaman el modo de vida de los doce pasos. Esa es una opción, la otra es irme y vivir en brazos de la compulsión por la comida. Un infierno de dolor y atracones.

El testimonio de Fred es abundante en comentarios. Esperamos que su ejemplo servirá a miles de personas como él. Fred no había sufrido más que los primeros embates de la enfermedad. La mayoría de los alcohólicos esperan a estar agonizantes antes de hacer algo para solucionar su problema.

Es desde el fondo de mi enfermedad, cuando esta más me ha derrotado y hundido, cuando mas deseo recuperarme.

Numerosos son los médicos y psiquíatras que comparten nuestras ideas sobre el alcoholismo.

Creo que los profesionales de la salud frente a nuestra enfermedad son como una lotería. Muchos no están formados debidamente y no saben a lo que se enfrentan y confunden la compulsión con la comida con otras dolencias, como ansiedad o depresión. Otros ni siquiera ven un una enfermedad por que uno no da el perfil tipo de los trastornos de la alimentación, chica adolescente. Cuando un profesional de la salud es bueno, suele enviar a su paciente de cabeza a los grupos de recuperación de oa, a la vez que continúa con su trabajo, admitiendo lo beneficioso de nuestro programa.

Uno que está asociado a un hospital conocido mundialmente, le dijo recientemente a algunos de nosotros: En mi opinión, tienen ustedes razón cuando dicen que el alcohólico medio está enfermo de un mal generalmente incurable. En cuanto a ustedes dos, de quienes he escuchado su historia, no me queda ninguna duda de que, de no ser por una ayuda divina, ustedes no tenían la más leve esperanza. Si me hubiesen pedido tratarlos en mi hospital, no los habría admitido, si me hubiese sido posible hacer eso. Los enfermos como ustedes son personas verdaderamente trágicas. Yo no soy muy religioso, pero tengo un profundo respeto por su método, el cual busca curar el espíritu en casos similares al suyo. En la mayoría de los casos no existe otra solución."

Los profesionales de la salud, sobre todo aquellos del ámbito mental (psicólogos, psiquiatras) dan un respingo o se muestran incrédulos cuando se les habla de un poder superior y de fe como un factor determinante en la recuperación de una adicción. Simplemente no están preparados para creer, son hombres y mujeres de ciencia, no de fe.

Lo repetimos una vez más: El alcohólico, en ciertos periodos de su existencia, no posee ninguna defensa mental contra la primera copa. Salvo casos excepcionales, ni él ni ningún otro ser humano puede proporcionarle los medios para defenderse. El auxilio debe venir de un Poder Superior.

En muchos casos donde la medicina moderna ha fallado, el programa de doce pasos ha salido con éxito en salir adelante en la recuperación de personas desahuciadas por la enfermedad. Lo he visto mil veces. Personas dadas por perdidas por sus médicos han llegado al programa y han salido adelante. La diferencia estriba en que el programa trata acerca de la faceta espiritual del problema, y habla sobre fe, sobre el creer en un poder superior que nos de la voluntad para curarnos que nosotros los enfermos no tenemos por nosotros mismos. La medicina da las cosas por hechas. Da por hecho que te tomaras las pastillas que te han recetado. Vuelca la responsabilidad de seguir el tratamiento en el paciente. Pero con la compulsión por la comida, como adicción que es, el paciente muchas veces quiere la enfermedad, quiere destruirse con ella. Por eso la medicina no funciona en estos casos. La voluntad falla por que esta corrompida por la enfermedad. Es aquí donde entre en juego esta voluntad superior para reemplazar la voluntad enferma del individuo enfermo de adicción. Eso es algo que los psicólogos no pueden concebir. He leído artículos donde nos critican abiertamente a los grupos de 12 pasos. Temen, critican y odian lo que no comprenden.

miércoles, noviembre 19, 2008

De tentaciones y exnovias

En cuanto a tentaciones, el lunes compre unos 400 gr de carne membrillo sin azucar, que para mi no es compulsivo por si, pero el formato de presentacion (un taper grandecito) hizo que se quedara medio. Esto ya me tenia toda la noche pensando en el,y queriendo terminarlo. Esta clase de cosas yo las debeo de comer de una vez, cuando ya se acaban se acabo, y asi no me rayo la cabeza. Esto me pasa con los esparragos, con el pate vegetal, con la mayonesa creo, con los zumos, y con muchas cosas que se presentan en boto a granel. Me cuesta un mundo dejar las cosas medias, por que despues me rayo por que me las quiero comer enteras. sin embargo me la como entera, y se fini, no hay mas, y no quiero mas. Es muy raro. Yo lo llamo el formato compulsivo. Hoy se termino ya el dulce de membrillo sin azucar y gracias a dios. La verdad, no se si comprarlo mas. No me merece la pena rallarme, mejor compro envases individuales de mermelada sin azucar, o fruta en almibar en latas individuales, que viene a ser lo mismo, y no me rayo por los formatos.

Pero a lo mejor estaba mas revuelto por que el otro dia vi a una chica en el transporte publico que se parecia a una exnovia y eso me trajo mogollon de recuerdos, y ahora veo lo que se parecen mi actual novia y aquella chica. Aunque mi actual pareja no se puede comparar, es mucho mejor persona, y por que no, mas guapa :-P

domingo, noviembre 16, 2008

Meditación y oración.

Yo no reservo un momento especial del dia para rezar. Simplemente lo hago a todas horas, en cualquier momento, cuando me sale.Unos dias mas, otros dias menos, pero todos los dias, segun lo voy necesitando. Tampoco tengo una manera de rezar muy correcta que digamos, yo lo hago a mi manera, hablo con dios en mi cabeza, en cualquier sitio. Trato de que mi poder superior este conmigo a todas horas, en cualquier lugar, en cualquier circunstancia.

Le digo que me me heche un cable, que el es un tio grande, que me preste algo de su fuerza el que todo lo puede, por que yo solo no puedo.

No se por que pero los trenes para mi son lugares que me provocan el crecimiento espiritual. Quizas es por la situacion de cambio, de transito, hacia algo mejor. He tenido momentos muy tranquilizadores de despertar espiritual y conexion con mi poder superior en el cercanias, en el metro, en estaciones, en el ave.

Todas las mañanas cuando cojo el tren y luego el metro, mientras el resto del vagon lee las noticias o se llena los oidos de musica, yo medito y me pongo en contacto con mi poder superior, para cargar las pilas para el dia que empieza.

miércoles, noviembre 12, 2008

Articulo sobre comedores compulsivos anonimos en el periodico la opinión

Articulo sobre comedores compulsivos anonimos en el periodico la opinión:

http://www.laopiniondemalaga.es/secciones/noticia.jsp?pRef=2008111100_2_216849__MALAGA-Comedores-compulsivos-alimentacion-como-problema

Tambien publicado en papel.

Un milagro de recuperación

Aunque no lo estaba contando, hoy he mirado la agenda donde escribo a diario el plan de comidas, las impotencias y agradecimientos, y ya llevo 22 dias abstinente. :-)

Ayer tuve un día de esos en los que desde que me levante me comeria un caballo entero. A media mañana era algo leve, pero a ultima hora de la tarde estaba ya quemadisimo. Me fui al grupo totalmente obsesionado pensando que recaía sin remedio, rezandole a dios para que me diera fuerzas para no recaer. Estaba tan mal que ni compartí en el grupo. Sin embargo cuando sali del grupo me senti aliviado. Me pregunte a mi mismo que haría mi yo recuperado. Tenia que hacer compra y creo que insconcientemente esperaba el momento de ir al super para darme un festin en el coche como hace menos de un mes. Pero me respondio mi poder superior, y mi yo abstinente me dijo que él se metería en el super, compraría lo que tenia que comprar y se iría de alli. y eso hize. Me sentí alegre y liberado cuando sali del supermercado, no habiendo comprado nada peligroso para mi. Incluso el precio de la compra me clavo exacto con lo que tenia en el bolsillo, como si de una señal se tratara. Di muchas gracias por no haber recaido, y la obsesión desaparecio. Me senti muy feliz y ligero y pude terminar el dia segun mi plan de comidas.

viernes, noviembre 07, 2008

Listado de alimentos compulsivos actualizado

LISTADO DE ALIMENTOS COMPULSIVOS

-Harina y azúcar: cualquier cosa que las lleve, por separado o en su combinación.
-Pastelería
-Bollería industrial
-Helados (en especial haagen das sabor vainilla macadamia, o el helado de leche merengada -típico de ciertos sitios de mi ciudad)
-Chocolate
-Pan
-Coca-cola, y refrescos con gas, bebidas gaseosas o energéticas tipo redbull.
-Pasta
-Lácteos azucarados (batidos, horchatas, leche merengada, etc)
-Yogures
-Snacks de bolsa industriales (patatas fritas, cortezas, gusanitos y similares…)
-Patatas fritas, tanto de bolsa, como hechas en plato.(pero las patatas hervidas no me dan compulsión)
-Cualquier cosas que venga a granel y se coma con la mano.
-Cereales de desayuno. (si embargo el salvado muy fino y sin azúcar no me da compulsión)
-Pizzas y empanadas.
-Pastelería.
-Bocadillos.
-Leche.
-verduras rebozadas (como la berenjena o el calabacin rebozado, o el tempura japones)

En general cualquier alimento que venga en bolsa a granel y se coma con la mano me es compulsivo. Cualquier cosa que venga en una unidad grande y haya que cortarlo en porciones más pequeñas para servirme yo. Incluso botellas y cartones tetrabrik. Tengo muchos problemas con el tema de los formatos, yo no puedo decidir acerca de cantidades por que siempre me pondré una cantidad peligrosa para mí.


LISTADO DE ALIMENTOS DUDOSOS

-Frutos secos
-Dátiles
-Queso
-Mermeladas (aunque hay una marca o dos de mermeladas Light sin azúcar que no me dan compulsión)
-Puré de patata.
-Tortilla de patata: cualquier combinación de plato que lleve huevo y patata, o patata y harina.
-Pan de dátiles: es una masa de dátiles triturados con almendras.
-Plátano seco, piña desecada, y revueltos de estos alimentos con pasas y similar.
-Pasas.
-Jamón
-Embutidos ibéricos.
-Tortas de arroz o de maiz.
-Mayonesa

LISTADO DE ALIMENTOS SEGUROS

(Incluyo estos alimentos por que antes estaban en compulsivos o por haberlos probado hace unos meses antes de la recaída y no haberme sentido compulsivo al comerlos)

-Anchoas
-Salmón
-Licores de frutas sin alcohol
-Cremas de frutas sin azúcar (con fructosa, sacarina o similar): para mas seguridad las hago yo en casa con fruta natural y me dan mucha tranquilidad.
-Dulce de carne membrillo sin azúcar (hecho con fructosa)

COMPORTAMIENTOS COMPULSIVOS

-Comer de pie a nevera abierta.
-Comer entre o fuera de horas.
-Saltarme comidas.
-Beber directamente de los cartones tetrabrik.
-comer comida que no es mía, que es de otras personas.
-comerme las sobras de otra persona.
-comer en el coche.
-comer en eventos sociales. Usar la comida como lubricante social.

COMPORTAMIENTOS QUE NO ME CAUSAN COMPULSIÓN:

-repetir.
-comer mientras cocino. (Ahora mientras cocino me como primero el postre que ya esta incluido en mi plan de comidas, o un té.)

MI MANERA DE COMER:

Hago 3-0-1. Como tres veces al día. Si veo que una comida se va a alargar, por ejemplo la cena hasta las 12-1, o las comida hasta las 4-5-6 de la tarde, puedo tomar una fruta y un zumo para aguantar hasta la siguiente comida.

Soy 99% vegetariano. Solo tomo huevos de vez en cuando. Últimamente he incluido algo de pescado pero en contadas ocasiones. Una vez al mes o cada quince días, anchoas o salmo, fresco y nunca cocinado.

No tomo leche de vaca. Solo leche de soja. La leche de vaca me resulta espesa como el petróleo, y me es compulsiva.

Mi manera de comer esta centrada básicamente en legumbres, hortalizas, verdura y frutas.

He tanteado la Macrobiótica, pero por ahora no me resulta práctica, me parece demasiada complicada de cocinar y la melaza y los cereales me resultan ”incómodos”.

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¿Por que el Té es bueno para los informaticos?

¿Por que el Té es bueno para los informaticos?
Este post es casi una coña, pero tenía que ponerlo. Me rio de lo absurdo que es, pero es un truco tan sencillo que asombra, y no puedo parar de reirme.

¿Cuantas personas trabajan delante de un ordenador y no paran de picotear algo en todo el día? Lo mas normal es tirar de frutos secos, snacks, chuches y basuras industriales varias.

Yo no se como paso, pero en su momento sustitui esta costumbre por el Té. Hay de mil sabores. A mi me gustan especialmente los afrutados, y si es con leche de soja mejor. Por supuesto con sacarina, of course.

Ahora bien, pongamos que te haces un termo, o dos o tres tes a lo largo del día. Eso es mucho Té. Yo con uno a madia mañana y otro despues de comer, me sobro.

Pero eso, va a poner a funcionar los riñones a tutiplen, lo que te hara ir al baño. Tendras que levantarte. Separar tu vista del monitor unos minutos, y andar. Por no hablar de que el te hay que prepararlo, no es solo abrir y comer. Proporciona un break que aunque sea poco, relaja la vista, desconecta el cerebro del curro, y te hace andar un poco.

Por eso el Té es bueno para todos los que trabajamos sentados delante de un ordenador. Es mi humilde opinion. Sencillamente asombroso.

jueves, noviembre 06, 2008

inventario de la recaida: octubre 2008

AMENAZAS A MI SERENIDAD (cosas que me quitan la serenidad, me causan dolor, y que me pueden llevar a recaer)

-citación de hacienda: 165 euros de multa de trafico. Afortunadamente se trataba de una multa de hace varios anos que llego a su casa. Me intranquiliza que mi madre me llame con documentación oficial que le llega a casa. Ella se preocupa demasiado, y quiere controlarme para que solucione las cosas, piensa que si no esta encima mia no voy a ser capaz de hacer nada por mi solo.

En cuanto a hacienda y la citación, suerte que al final solo era la multa, y no he perdido puntos del carné.

Mis defectos de carácter con esto: miedo, avaricia, egocentrismo, egoísmo, egoísmo codependiente.

-no decir ni a mi madre ni a mi casera que estoy en paro. Esto me hace sentirme incomodo conmigo mismo, por que no me siento honesto. No soy sincero en este aspecto por miedo a su reacción, por miedo a lo controladora que es mi madre conmigo. Y con mi casera, por miedo a la reacción que pueda tener. Así que no asumo la verdad y no soy sincero.

Con mi madre, finalmente se termino enterando por otra carta que llego a casa. Así que me ahorre el trabajo de tener que decírselo yo. Y bueno, hablándolo con una compañera, llegamos a la conclusión que a mi casera le importa poco mi vida mientras le siga pagando, cosa que de momento hago. Tampoco tiene por que saber nada de mi vida puesto que es una persona ajena. Además si la puedo seguir pagando es por que cobro el subsidio por desempleo, que mi nomina de anterior trabajo me ha garantizado.

Mis defectos de carácter con esto: miedo, avaricia, orgullo, egoísmo codependiente

-tener que dejar de lado a mis amigos por que son personas que o bien comen de manera que a mi me hace daño, o las actividades que hago con ellos me acercan a la comida. Soy muy comedor social, y cuando todos comen yo también quiero comer para no sentirme menos, para integrarme, para no sentirme diferente. Asi que es muy peligroso para mi un ocio acompañado de comida o alrededor de la comida.

Mis defectos de carácter: miedo, orgullo, gula, egocentrismo, egoísmo codependiente, autocompasión

-ver que estoy parado, y aun así sigo teniendo los mismos gastos de coche y alquiler. Veo como mis ingresos son menos, y mis gastos fijos mensuales siguen siendo los mismos. Trato de ajustarme a mi nueva situación, y eso me crea angustia e inseguridad.

Mis defectos de carácter: miedo, avaricia, egocentrismo, egoísmo, pereza, envidia

-mi salud deteriorada cada vez mas. Tras un cólico biliar causado por la recaída, un fuerte dolor en el pecho me hizo pasar la noche en urgencias. Dolores en la espalda por el omoplato fuera de sitio y la columna desviada, y un par de afecciones crónicas de la piel. Soy muy orgulloso de mi salud y cuando no estoy bien, me vengo abajo.

Mis defectos de carácter: orgullo, autocompasión, egocentrismo, envidia


CAUSAS DE LA RECAIDA

-creer que mi recuperación era mejor que la de otras personas.

-querer tener una abstinencia perfecta como la de compañeras que llevan varios años abstinentes.

-querer pasar de la idea de abstinencia de “no darme atracones” a “no comer alimentos compulsivos”

-no querer renunciar a actividades y personas que me acercan a la comida. Es decir ser un comedor social. Comer cuando todos los que me rodean comen.

-creer que mi recuperación era tan buena que podía comer ciertos alimentos (compulsivos o dudosos) sin que pasara nada, por que no me sentía compulsivo en el momento (pero si a la larga, horas o días después.

-romper mi plan de comidas en cuando a numero de comidas, y comer entre horas. Darme al picoteo suelto, comer entre horas, algo que yo nunca había hecho antes.

-seguir sintiéndome gordo en un cuerpo delgado. Sufrir los efectos colaterales de la obesidad, y descuidar mi recuperación física por no hacer nada para mejorarlos. Por ejemplo natacion para recuperar tono muscular y mejorar mi espalda.

-haberme quedado estancado en el trabajo de los pasos, entre el cuarto y el quinto. No terminar de leer el quinto paso.

-no usar la herramienta del apadrinamiento.


MOTIVOS POR LOS QUE NECESITO ESTAR ABSTINENTE

-para no dañar mas mi deteriorada salud.

-para tener mi mente despierta y así poder aprovechar los cursos de programación que estoy haciendo.

-para tener mi mente libre y ágil para poder terminar todo el trabajo pendiente que tengo.

-para no dañar mi relación de pareja.