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jueves, diciembre 18, 2008

La opinion del medico

LA OPINIÓN DE UN MEDICO

Los miembros de Alcohólicos Anónimos consideramos que nuestros lectores se interesarán en conocer el informe que rinde un médico acerca del método de restablecimiento que se describe en este libro. El testimonio más convincente desde luego será aquél que provenga de los médicos, sobre todo de aquellos que han tenido ya experiencias con los padecimientos de nuestros miembros y que han sido testigos de nuestro regreso a un estado sano. Un médico muy prestigiado, él mismo, médico en jefe de un prominente hospital conocido en el ámbito nacional y que se ha especializado tanto en el alcoholismo, así como en la adicción a las drogas, le ha obsequiado a Alcohólicos Anónimos el siguiente reconocimiento:

A mi personalmente la opinión de los profesionales médicos me sirvió para convencerme de que tenia una enfermedad. Tuve oportunidad de leer sobre la enfermedad en tratados de psicología y al ver los síntomas me dije: eso es lo que me pasa a mí. También al saber que una compañera había escogido el camino medico y le habían ayudado en un hospital en la unidad de trastornos de la alimentación, me convenció del verdadero carácter y seriedad de lo que me ocurre.

A quien corresponda:

Durante muchos años he estado especializándome en el tratamiento de alcoholismo.

Hace casi cuatro años que atendí a un paciente que, no obstante haber sido un hombre de negocios muy capaz, y que gozaba de altos ingresos, era un alcohólico de las características que yo había llegado a diagnosticar como sin esperanza de curación.

La enfermedad es muy democrática. Le da igual quien seas. Pobre o rico, hombre o mujer. Si te toca, te ha tocado. Y no puedes hacer nada, excepto vivir con ello, y disfrutar cada segundo de vida libre de la enfermedad.

Cuando estaba en tratamiento tras su tercer ingreso al hospital, este paciente reunió una serie de ideas que había obtenido previamente, encaminadas a lograr un medio probable de rehabilitación del alcoholismo

Como una parte de su rehabilitación, empezó a compartir sus conceptos a otros alcohólicos, insistiendo en ellos con la idea de que debían, de la misma manera, compartir con otros alcohólicos tales ideas. A partir de esta base, ha empezado a crecer rápidamente una agrupación de estos hombres y mujeres. Mi paciente y más de cien alcohólicos presentan rasgos de haberse recuperado.

Dice el programa que nos recuperamos trabajando con otros. Sacamos fuerzas los unos de los otros, nos cuidamos mutuamente. Yo veo la hermandad como una red de ayuda a la que recurro constantemente para combatir mi enfermedad y mantenerme fuera de ella, de día en día. Solo no puedo. Se lo que les pasa a los que tratan de salir adelante solos. Les acecha el infierno de la recaída. Lo he visto muchas veces y rezo por los comedores compulsivos que conocen oa y aun así están fuera de las reuniones por que no pueden o no quieren adherirse a la hermandad y empezar a recuperarse.

De manera personal he conocido a treinta de estos pacientes, mismos que tenían las mismas características de aquellos en los cuales todos los recursos médicos disponibles habían fallado totalmente.

Estos hechos representan una importancia médica suprema, debido a que las extraordinarias posibilidades de un rápido crecimiento particular a este grupo, representan muy probablemente el inicio de una nueva época en los anales del alcoholismo. Es probable que estas personas tengan ya el remedio para miles de situaciones semejantes.

Sobre todos los aspectos que les mencionen a los interesados estas personas sobre ellas mismas, pueden ustedes tener la más absoluta confianza.

Muy atentamente,

William D. Silkworth, M.D.

El médico que nos otorgó esta carta, de acuerdo a nuestras peticiones, ha tenido la gentileza de ampliar aun sus puntos de vista en las aseveraciones que siguen. Aquí confirma que quienes hemos padecido la tortura alcohólica debemos de entender que el organismo de un alcohólico está tan enfermo como lo está su mente.

Esto lo corroboro totalmente. No puedo negar la faceta física de la enfermedad. Como afecta a mi cuerpo el comer compulsivamente, no solo por que las recaídas me hacen subir de peso, lo que ya de por si es duro, si no por como el azúcar en sangre afecta a mi comportamiento y carácter como si de una droga de tratase.

No quedamos satisfechos con que se nos dijese que no podíamos beber alcohol ordenadamente nada más porque no nos ajustábamos a la vida, que porque estábamos en un total alejamiento de la realidad, que porque francamente padecíamos de defectos mentales.

Hoy se, lo he aprendido de mi mismo, que esta enfermedad de la compulsión por la comida tal como yo la sufro es una grave deformación de la percepción de la realidad. Lo primero de todo es que soy hipersensible. Tengo una sensibilidad especial. Hasta llegar a la empatía emocional. Todo me afecta, todo me altera, siento las emociones, mías propias y las ajenas, con especial intensidad. Eso es bueno y es malo. En manos de la enfermedad, eso se vuelve contra mi, pro que lo mas pequeño se vuelve un mundo. Una montaña de un grano de arena. Las dificultades y problemas se cargan de un dramatismo que me hace sufrir de una manera innecesaria por algo que realmente no es tan grave como yo lo percibo. Podría decir que mi mente enferma magnifica el dolor emocional, para que se active en mi el mecanismo adicto de buscar placer o anestesia en los atracones de comida.

Pero esta sensibilidad especial de mi mente, también es buena por que, educada de la mano del programa, me hace estar mas en sintonía con mi interior, con el mundo, y con las personas que me rodean. Con el programa he entrenado mis habilidades emocionales hasta el punto de casi ver las emociones que fluyen entre las personas. Sobre todo por que es vital para mi evitar las malas emociones y ambientes tensos, por que los absorbo como una esponja y sobrecargarme de negatividad es nefasto para mi. Me puede llevar a la recaída y al atracón. Una simple llamada de teléfono que me altere, y puede desear comer con compulsión.

Todos estas razones eran ciertas hasta cierto punto, es más, hasta un punto muy avanzado respecto a varios de nosotros. Sin embargo, estamos seguros de que nuestros organismos están igualmente enfermos. En nuestro punto de vista, cualquier estudio que se haga sobre el alcohólico y que no considere los factores físicos en forma integral, no será un estudio completo.

La teoría del doctor, acerca de que tenemos una alergia al alcohol, nos es muy interesante. Como personas no científicas, nuestra opinión acerca de lo rotundo de este concepto, desde luego que puede significar muy poco. Sin embargo, como personas que bebimos en el pasado, podemos decir que esta explicación tiene mucho sentido. La misma explica muchas cosas que de otra forma no podríamos considerar.

Siempre he rechazado un poco la idea de la “alergia”. Entiendo que algo que te da alergia es algo que te hace mal, pero que no lo deseas, es así y punto. Uno no desea el polvo o los ácaros. Uno no desea ser alergico al polvo, a la lactosa, al latex, a ciertas medicinas. Te pasa y ya esta. Yo tampoco escogí conscientemente ser alérgico a la comida. Sucedió y punto. Venia preparado por antecedentes sociales y familiares, pero no puedo descargarme de culpa, yo fui quien acaricie la idea del atracón, y en cierta manera, detone, el comedor compulsivo latente que había en mi. Y es aquí donde empiezo a ver similitudes con las alergias.

Una persona se pasa 10 años trabajando con productos químicos, y estos le causan una alergia. Otra persona compra una prenda de mala calidad de un material x y este le despierta una alergia. Otra persona trabaja en la calle en medio del tráfico durante años y sus vías respiratorias se sensibilizan haciéndose alérgico al polvo.

Yo comí en exceso durante muchos años de mi vida, usando la comida para divertirme y relacionarme en eventos sociales. Yo use la comida como refugio en los momentos bajos. Yo detone en parte mi compulsión por la comida. Y no soy culpable, por que no sabia lo que hacia, y por que también hubo causas ajenas a mi, sociales y familiares, y por supuesto físico/químicas en los alimentos.

Ahora se que la comida, entiendo “comida” como alimentos compulsivos, o como comer compulsivamente, me hace daño. Ser adicto a algo que te hace daño es algo muy duro para mi. Por que por un lado lo deseo interiormente, pero me tengo que estar recordando continuamente que me hace daño, y trabajarme el deseo día a día para no sentirlo. Y daño es muchas veces no por el alimento en si, si no por el deseo que se despierta en mí de consumirlo sin freno, y es ahí donde me hago daño. Un alimento x para un comedor normal en una cantidad moderada es inofensivo. Pero ese alimento x yo lo quiero en cantidades industriales, y eso me hace daño. Me puede llevar a vomitar, me puede llevar a un cólico biliar, a subir de peso a una velocidad pasmosa, a ponerme malhumorado por el simple deseo de comerlo, a tenerle miedo a ese alimento x. Por todo esto ese alimento me da alergia. Un alimento x compulsivo despierta en mi tal torbellino de emociones, caos e inestabilidad, además de malestar físico cuando lo consumo que no me compensa pasarlo tan mal por un bocado de supuesto placer momentáneo, o por disfrutar de la gastronomía, o por que “un poquito no me hace daño”.

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No obstante que apoyamos nuestra solución al alcoholismo sobre el plano espiritual, así como el altruista, plenamente apoyamos la hospitalización para aquel alcohólico que padezca de temblores o de neblina causados por el alcohol. En la mayor parte de los casos, es un imperativo el que el cerebro de una persona sea clarificado antes de ser informado; pues de tal manera, dicha persona alcohólica tendrá una mayor facilidad de entender y de aceptar todo lo que tenemos para ofrecerle.

Muchas personas no están preparadas para aceptar la idea de que son adictos a la comida. La mente lo disfraza de obesidad, glotonería. Uno mismo se dice que es lo que te ha tocado vivir y se resigna a ser gordo. A mi mismo si me dices hace años que era adicto a la comida, me hubiese quedado estupefacto, y seguramente habría rechazado la idea.

Es, de esta manera, que el doctor nos expresa lo siguiente:

El tema desarrollado en este libro me parece ser de fundamental importancia hacia aquellas personas que padezcan de la adicción al alcohol.

Esto lo digo después de mi experiencia de muchos años como Médico en Jefe de uno de los hospitales más antiguos en el país dedicados a tratar adicciones al alcohol y a las drogas.

Me pregunto a mi mismo y se lo pregunto a mi poder superior si puede un profesional medico puede llegar a comprender la enfermedad de la adicción con gran profundidad y entendimiento si no la ha sentido en sus propias carnes. A veces parece que tengo un master en tratamiento de adicciones, pero todo lo contrario, yo soy adicto. Yo soy paciente. Y un padrino no es un medico.

Fue para mí, por lo tanto, un asunto de auténtica satisfacción cuando se me pidió que aportara unas pocas palabras sobre un tema que se desarrolla en un fino detalle en estas páginas.

Los médicos nos hemos dado cuenta por mucho tiempo de que para las personas alcohólicas era de suprema importancia un cierto tipo de psicología moral, mas su aplicación presentaba una serie de dificultades que nos rebasaban a los médicos. Aun con nuestras normas ultramodernas, con nuestro rigor científico aplicado a todas las cosas; es probable que no estemos suficientemente equipados para hacer la aplicación de todo aquello bueno que existe fuera de nuestro sintetizado conocimiento.

Este doctor esta reconociendo, creo entender al leer entre líneas, la faceta espiritual de la enfermedad de la adicción, y admite además que se escapa a sus conocimientos médicos. Una persona enferma de adicción, para mí como adicto, es ante todo un alma enferma de dolor que se debate entre el sumo dolor y la búsqueda continua de dejar de sufrir. Un dolor emocional que a mi me desgarra el interior, el alma. Por eso cuando dice “un cierto tipo de psicología moral” se refiere a poner orden y paz en mi vida y dejar de sufrir por todo. Creo que esta a hablando del poder superior.

Hace aproximadamente cuatro años que uno de los autores de este libro se sometió a tratamiento en este hospital y durante su estancia adquirió varias ideas, mismas que puso en aplicación práctica enseguida.

Posteriormente, él pidió se le dejara platicar su historia a otros pacientes aquí mismo y, no sin ciertos titubeos, se lo permitimos. Los casos que le sucedieron han sido de lo más interesante; de hecho, muchos de ellos son asombrosos.

Una vez estando de viaje, en un lugar muy peligroso para mi por las posibilidades infinitas de recaer que tenia a mi alrededor en forma de tentaciones, me ayudo mucho hablar con una chica que se había recuperado de la anorexia mediante medios médicos.

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La abnegación de estas personas, tal como lo hemos llegado a conocer, la ausencia total de un sentido utilitario, así como su espíritu comunitario, alienta, indudablemente, a quien ha trabajado larga e incansablemente en este campo del alcoholismo. Estas personas tienen fe en si mismas, y aun más fe en un Poder que arranca al alcohólico crónico de las mismas puertas de la muerte.

Compartimos fortaleza, experiencia y esperanza. A mi me ayuda seguir el ejemplo de otros que se han recuperado antes que yo. Contra mi adicción, no puedo yo solo, a solas la comida siempre gana. Necesito todo el apoyo de la comunidad de personas que como yo vivimos recuperándonos de nuestra enfermedad. Solos no somos nada, juntos tenemos la fuerza de muchos.

Es desde luego deseable que un alcohólico sea liberado de su anhelo físico por el licor, y esto a menudo requiere de una hospitalización programada, con objeto de que las medidas de orden psicológico sean de máximo beneficio.

Creemos, y así lo sugerimos hace unos pocos años, que la acción del alcohol en estos alcohólicos crónicos es la manifestación de una alergia; que el fenómeno de la sed alcohólica es característico de este tipo de individuos y nunca se presenta en ninguna persona que ingiera alcohol en forma ordenada, del tipo ordinario. Estos tipos alérgicos nunca pueden ingerir alcohol en ninguna presentación sin que corran peligro;

Nunca jamás tomar alimentos compulsivos. Un bocado y estoy perdido, a corto o largo plazo la recaída esta garantizada.

También, una vez que se ha formado el hábito y que la persona ha visto que no puede romperlo, una vez que han perdido la confianza en ellos mismos, así como su confianza en los asuntos humanos, sus problemas se acumulan sobre ellos y se convierten en algo asombrosamente difícil de resolver.

El dolor como adicto que soy me hace huir a los brazos de la enfermedad de la adicción, por que me da la anestesia de la inconsciencia, pero la autodestrucción mediante el abuso de mi sustancia adictiva. Para mi parte de mi abstinencia es aprender a vivir sin dolor, y eso se traduce en saber gestionar mis problemas de manera efectiva y eficaz para que no se me acumulen y me sobrepasen. La recuperación así pues me obliga a encargarme de mi vida, y no a huir de ella.

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La motivación emocional muy rara vez es suficiente. El mensaje que puede interesar y sostener a estas personas alcohólicas debe tener peso específico. En casi todos los casos, sus ideales deben depositarse en un poder superior a ellos, si es que desean volver a crear sus vidas.

Opino que creer en un poder superior es vital para la recuperación por que como adicto vengo de haber sido derrotado por la comida, de ver como todos mis recursos individuales fallaban. Si yo no puedo alguien podrá, pero será alguien mas fuerte que yo mismo. Ese es para mí el principio de abrir la puerta a un poder superior.

Si alguien cree que los psiquiatras que dirigimos un hospital para alcohólicos damos la impresión de ser algo sentimentales, permítanle que pase un tiempo con nosotros en la línea de fuego, que vea las tragedias, que vea a las desesperadas esposas, a los niños pequeños; que resuelva los problemas cotidianos hasta llegar a ser una rutina en sus diarias ocupaciones, aun hasta de sus ratos de sueño y verá como hasta el más insensible no se asombrará de por qué hemos aceptado y animado este movimiento. Vemos que, después de muchos años de experiencia, no hemos encontrado nada que haya contribuido más a la rehabilitación de estos seres humanos que el altruista movimiento que se está desarrollando entre ellos.

La enfermedad no tiene ningún sentimentalismo ni contemplación. Es dura, fría y cruel. Comer compulsivamente en activo es vivir un infierno. Es la muerte en vida. La enfermedad es una fábrica de muertos vivientes. Estas vivo pero no te enteras de nada. Así de fuerte es la anestesia de la comida. Apaga las emociones y pensamientos de una persona hasta devorar su personalidad y todo lo que queda es el vacío y el hambre insaciable.

Hombres y mujeres beben esencialmente porque les agrada el efecto que produce el alcohol. La sensación es tan engañosa que, en tanto que ellos admiten que es nociva, después de un cierto tiempo no son capaces de distinguir entre lo verdadero y lo que es falso. Para ellos su vida alcohólica para ser la normal. No pueden descansar, están irritables y descontentos, a menos que vuelvan a experimentar la sensación de tranquilidad y de bienestar que sobreviene una vez que han tomado unos tragos. Tragos que ellos ven a otros ingerir y salir sin dificultad alguna.

Por supuesto la sintomatología de un atracón es diferente a la de una borrachera. En el caso de la compulsión de la comida, la resaca tras un atracón incluye en mi caso, mal sabor de boca, ganas de vomitar o haber vomitado, rápida subida de peso, cólicos biliares, dolor de estomago, y dificultades al evacuar.

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Después de que han sucumbido nuevamente a su deseo por beber, como muchos lo hacen, desarrollándose el fenómeno de sed alcohólica; atraviesan por las tan conocidas etapas de una juerga, de la cual quedan con remordimientos y con una firme resolución de jamás volver a beber. Este ciclo se repite una y otra vez y, a menos que la persona experimente un cambio psíquico, existen muy pocas esperanzas de rehabilitación.

La misma culpabilidad que yo sentía después de un atracón.

Por otro lado y no importando lo extraño que pudiese parecer a quienes no lo comprendan, una vez que ha ocurrido el cambio anímico, aquella misma persona que parecía condenada, quien hubiese tenido tantos problemas y que se hubiera desesperado de tener que resolverlos siempre, repentinamente se encuentra en condiciones sencillas de controlar su deseo por beber alcohol, siendo que lo único que requirió fue seguir unas pocas y sencillas reglas.

Sencillas pero no fáciles. Eso si cada poquito da resultados. No todo el mundo lo logra, muchos no están dispuestos. El programa lleva su tiempo.

Hay quienes han gritado ante mí en un sincero y desesperado ruego: ¡Doctor, ya no puedo seguir de esta manera. Deseo seguir vivo! ¡Sé que debo dejar de beber pero no puedo! ¡Tiene usted que ayudarme!"

Este es el punto de desesperación llamado “tocar fondo” en el cual un adicto desea recuperarse pero no sabe como, en el cual es el momento apropiado para un acercamiento al programa, o recibir un paso 12.

Dando cara a este problema, si un médico es sincero consigo mismo, algunas veces tendrá que admitir su incapacidad. No importa que dé todo lo que él tenga, a menudo ese todo no es suficiente. Uno siente que algo" más que el poder humano es necesario para que se produzca el esencial cambio psíquico. Aunque es considerable el número de casos de recuperación debidos al tratamiento psiquiátrico, los médicos debemos de admitir que hemos ahondado poco en el problema considerado en su globalidad. Hay muchos individuos que no están reaccionando favorablemente al tratamiento psicológico.

El programa nunca falla, somos las personas las que fallamos. Soy yo el que no uso las herramientas y me cierro a mi poder superior y elijo el aislamiento. Cuando estoy en recaída no tengo que machacarme con ello, trato de no sentirme culpable ni fustigarme por ello. Soy comedor compulsivo, estoy enfermo, las recaídas ocurren.

Mi comida y mi abstinencia están en manos de dios. Yo hago mi parte y dios hace y deshace. Muchas veces hago mi parte y recaigo, y otras veces hago mi parte, y no recaigo. La abstinencia es un don de dios. Yo no puedo decidir estar abstinente o no, cuando estoy en recaída no puedo ponerme abstinente por arte de magia, necesito mi tiempo. Pero si puedo decidir quedarme en el programa, no aislarme, seguir haciendo todo lo que hago cuando estoy abstinente, y esperar que eso me saque de la recaida tras un breve tiempo. Puede que haya recaído y que no tenga la mejor recuperacion, y no tenga la abstinencia perfecta, pero voy a tratar de hacerlo lo mejor posible. Trato de no controlar la comida, por que se que con eso no puedo, pero trato de seguir haciendo el programa, que ya se pondrá la comida sola en su sitio cuando dios estime conveniente. Mi abstinencia, mi comida, esta en manos de dios. A el me entrego y le pido fe, ganas de vivir y recuperación.

No estoy enteramente de acuerdo con quienes creen que el alcoholismo es en su totalidad un problema de control mental. He tenido a muchos pacientes, por ejemplo, quienes han estado esforzándose en algún problema, o en algún asunto comercial que se iba a finiquitar en una cierta fecha, favorable para ellos. Bebieron una copa un día o un poco más antes de esa fecha crucial y entonces el fenómeno de la sed alcohólica de inmediato se colocó muy por encima de todos los demás intereses, dando lugar a que esta importante reunión no se llevara a cabo.

El ejercicio de mi adicción a la comida no es solo una cuestión de control mental, no solo depende de mi mente. Hay mucho mas, todo me afecta, todos los factores de mi vida. Como dice aquí, un asunto comercial o algún problema pueden desatar los mecanismos enfermos de mi cabeza, y así lo he sentido. El arte de mantenerme abstinente es el arte de saber vivir sin la comida, de solucionar los problemas, de limpiar los resentimientos, de vivir emocionalmente sano, de limpiar mi pasado. A veces no logro todo esto, y recaigo. Aun me considero nuevo en el programa, aun estoy aprendiendo. Tengo miedo cuando la vida me sobrepasa por que si me duele demasiado recaiga.

Estos hombres no bebieron para escapar; estuvieron bebiendo para superar una sed alcohólica que estaba mucho más allá de su control mental.

Si fuera solo un problema de control o de voluntad seria muy sencillo. Pero a mi la adicción me hace desear algo que me hace daño a sabiendas.

Existen muchas situaciones que surgen del fenómeno de la sed alcohólica y que hacen que los seres humanos hagan el sacrificio supremo más que continuar luchando.

La clasificación de los alcohólicos parece ser mucho más difícil y sus detalles minuciosos, es algo que se escapa del alcance de este libro. Tenemos, desde luego, a los enfermos mentales, quienes son emocionalmente inestables. Todos estamos ya familiarizados con esta clasificación. Siempre están dejando de beber para siempre". Siempre experimentan demasiados remordimientos y hacen muchas promesas, pero nunca toman una decisión.

Yo en cuanto a comida no puedo tomar decisiones. Pero puedo seguir yendo a reuniones, seguir llamando, seguir escribiendo. Eso si puedo hacerlo.

Existe el tipo de persona que no está dispuesta a admitir que no puede beber una copa. Se pone a planear varias formas de beber. Cambia de marca o de medio ambiente. Está la clasificación del que siempre piensa que por haber estado sin alcohol en su organismo por un periodo puede beber sin que esto le represente peligro. Está la clasificación del maníaco-depresivo que es, muy probablemente, el menos comprendido por sus amistades y acerca de quien se podría escribir un capítulo completo.

De aquí siguen las clasificaciones de los totalmente normales excepto en el efecto que el alcohol tiene sobre ellos. Son a menudo personas competentes, inteligentes y amigables.

Creo que hay tantos tipos de adictos como personas adictas hay. La enfermedad esta diferente en cada uno, como diferentes personas somos. Y se manifiesta de maneras únicas en cada persona, pero compartiendo síntomas parecidos.

Todos estos y muchos otros tienen, sin embargo, un síntoma en común: No pueden empezar a beber sin que se desarrolle en ellos el fenómeno de la sed alcohólica. Este último fenómeno, tal como lo hemos sugerido, probablemente sea la manifestación de una alergia la cual establece la diferenciación de estas personas y los coloca por separado como seres totalmente diferentes. Esta alergia, nunca ha podido erradicarse bajo ningún tratamiento en forma permanente y del que tengamos conocimiento. El único alivio que tenemos para sugerir es la total abstinencia.

Por muy recuperado que haya podido estar, la enfermedad siempre vuelve. Un bocado de un alimento compulsivo y ya estoy dándole vueltas a la recaída. A menos que me ponga en marcha y me trabaje una remontada, la recaída esta servida. Y no me merece la pena el esfuerzo por que mentalmente es agotador. La lucha interna contra la enfermedad me resulta asfixiante, la obsesión es una pesada lapida que arrastrar cuando ya me he sentido libre de ella.

Esto último nos pone directamente en el estira y afloja de la controversia. Se ha escrito mucho a favor, mucho en contra; sin embargo, entre los médicos la opinión generalizada parece ser que los alcohólicos crónicos están condenados a muerte.

Yo creo que se puede vivir con la compulsión por la comida. Si bien no se puede curar, si puedo vivir una suspensión diaria de 24 en 24 horas de la enfermedad, y que me permita, un día a la vez, llevar una calidad de vida cercana a la normal. Lo creo por que lo he vivido, y lo he visto en otras personas.

¿Cuál es la solución? Permítanme contar una experiencia que me ocurrió hace dos años:

Cerca de un año antes de esta experiencia nos fue traído un hombre para ser tratado de alcoholismo crónico. Estaba casi recuperado de una hemorragia estomacal y daba la impresión de ser un caso de deterioro patológico mental. Ya había perdido todo lo que tenía de bueno en su vida y sólo vivía, se puede decir que nada más para beber. Admitió plenamente y creyó que no tenía esperanzas. Después de que se le eliminó el alcohol de su organismo, encontramos que no había daño cerebral permanente. Aceptó el método delineado en este libro. Un año más tarde me pidió una cita para consulta y, en ese momento, experimenté una sensación muy extraña. Lo conocía por su nombre y en forma parcial reconocí sus facciones, pero ahí se acabó todo el parecido. De aquel despojo tembloroso, desesperado y nervioso, había surgido un hombre reluciente de confianza en si mismo y de contentamiento. Platiqué con el un rato, pero no acababa de creer yo mismo que antes lo había conocido. Me era extraño y en eso se marchó. Hace ya más de tres años y no ha vuelto a beber alcohol.

Ese es el brillo de la recuperación que se ve en la mirada de las personas, en la manera de hablar, se siente como una alegría y unas ganas de vivir que están ahí, casi palpables.

Cuando necesito de un estímulo en mi mente para elevar el espíritu, me pongo a pensar en otro caso que me reportó un destacado médico de Nueva York. Sucede que el paciente ya se había hecho su propio diagnóstico y decidió así que su situación no ofrecía ninguna esperanza, escondiéndose en un granja desocupada ya con la intención de morirse. Fue sacado de ahí por dos rescatistas y me lo trajeron en un estado desesperado. Después de su rehabilitación física, tuvo una plática conmigo en la cual con toda franqueza puso de manifiesto que el tratamiento era una esfuerzo desperdiciado, a menos que yo le asegurase lo que nadie le había hecho antes ­ de que en lo futuro tendría el la fuerza de voluntad" para no ceder al impulso por beber.

Era tan complejo su problema alcohólico y tan grande su depresión, que creí que su única esperanza sería a través de lo que llamábamos psicología del estado de ánimo" y dudamos que aun esto pudiese tener algún efecto.

Sin embargo, sí compró este hombre las ideas contenidas en este libro. Hace tres años ya que no ha vuelto a beber. Lo veo de vez en cuando y es una muestra tan noble de comportamiento que uno quisiera siempre encontrar.

La recuperación es posible. La curación, no. Son dos cosas muy diferentes.

Recomiendo de manera genuina a los alcohólicos a que lean este libro hasta su última página y que si algunos de ellos lo hiciesen sólo por mofarse, es posible que ellos mismos se pongan a rezar.

William D. Silkworth, M.D.

miércoles, diciembre 17, 2008

Dieta versus abstinencia y plan de comidas

Diferencia entre dieta y abstinencia:

En este texto trato de dilucidar un poco la diferencia entre dieta, plan de comidas y abstinencia. Creo que leí en el libro de la abstinencia, que lo que diferencia al plan de comidas de la dieta, es el trabajo de los pasos. Mi opinión es que esto se queda corto, el plan de comidas y la abstinencia son mucho más. Así que me decidí a escribir este texto.

Empiezo buscando la definición de dieta.

En el diccionario de la real academia de la lengua dieta viene definida como;
Dieta:
1. Régimen que se manda observar a los enfermos o convalecientes en el comer y beber, y, por extensión., esta comida y bebida.
2. Privación completa de comer.

Según la literatura de comedores compulsivos anónimos, abstinencia el acto de “abstenerse (o dejar) de comer compulsivamente”.

A partir de hay, yo creo encontrar todas estas diferencias, en mi humilde opinión:

Haciendo dieta estoy deseando comer cualquier cosa que no es lo marcado en la dieta.

Estando abstinente y siguiendo mi plan de comidas, no deseo comer mis alimentos compulsivos, me olvido de ellos, incluso me despreocupo de lo que voy a comer en la siguiente comida, hasta que llega la hora, y he de sacar mi agenda en la que apunte lo que tocaba comer.

Haciendo dieta mi vida gira alrededor de la comida, de lo que voy a comer, y del peso.

Cuando estoy abstinente y siguiendo mi plan de comida, lo que menos me importa es la comida. Me importa mas trabajar los pasos y sanar mis dañadas emociones que me llevan a comer compulsivamente.

Cuando estoy haciendo dieta, me dedico a coleccionar libros y recortes de dietas.

Cuando estoy abstinente y siguiendo mí plan de comidas, dedico mis ratos de lectura a la literatura del programa de doce pasos de comedores compulsivos anónimos.

La dieta tiene un principio y un fin, una duración determinada en el tiempo. Y estoy deseando que termine para poder comer todo aquello de lo que me he privado durante la dieta.

Mi abstinencia y mi plan de comida son solo por hoy. Me lo hago fácil un día a la vez.

Haciendo dieta estoy de un humor de perros, enfadado con el mundo, y pasando por un suplicio que no deseo, que me ha sido impuesto, por un medico, nutricionista, o por la omnipresente operación bikini.

Cuando estoy abstinente y siguiendo mi plan de comidas, deseo salvaguardar mi abstinencia por encima de todo por que me siento libre, alegre y feliz de haber escapado del infierno de los atracones y la compulsión por la comida.

Haciendo dieta estoy solo conmigo mismo en lucha continua con mi interior, luchando por no comer.

Cuando estoy abstinente y siguiendo mí plan de comidas tengo todo el apoyo de mi poder superior, mi madrina, y las compañeras del programa. Puedo hablar de lo que pasa por mi cabeza y se que no estoy solo nunca mas, y me siento comprendido y apoyado.

Haciendo dieta trato de controlar y restringir al máximo todo lo que como, mientras deseo comer aquello que la dieta me prohíbe, por lo que estoy en lucha conmigo mismo.

Cuando estoy abstinente y siguiendo mi plan de comidas, puedo comer lo que yo decida (y que nadie me imponga) mientras no coma mis alimentos compulsivos.

jueves, diciembre 11, 2008

El azúcar podría ser adictivo, según un estudio hecho con ratas

El azúcar podría ser adictivo, según un estudio hecho con ratas

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Un estudio con ratas ofrece pruebas científicas de lo que muchas personas a dieta ya sabían: el azúcar puede ser adictivo. Seguir leyendo el arículo
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"El exceso de azúcar en la sangre puede actuar sobre el cerebro de forma muy similar al abuso de drogas", señalí Bart Hoebel, de la Universidad de Princeton en Nueva Jersey, tras presentar sus resultados esta semana en un encuentro del Colegio Estadounidense de Neuropsicofarmacología en Arizona.

El autor afirmó que tomar agua azucarada en exceso generó en las ratas analizadas cambios de conducta y neuroquímicos que se asemejaban las modificaciones que se producen cuando los animales o las personas abusan de ciertas sustancias.

"Estos animales mostraron señales de cese de un hábito adictivo e incluso efectos posteriores duraderos que se parecerían al síndrome de abstinencia", dijo a los periodistas en una rueda telefónica.

En uno de los experimentos, las ratas de laboratorio fueron alimentadas con un desayuno con agua azucarada después de un ayuno nocturno, durante un período de tres semanas.

"Lo que descubrimos es que esto generaba un aumento de la dopamina. Esto sucede en una parte del cerebro involucrada en la motivación y la recompensa, el núcleo accumbens", explicó el autor.

"Se sabe desde hace mucho tiempo que las drogas de abuso generan o aumentan los niveles de dopamina en esa parte del cerebro. Aquí el azúcar está haciendo algo por lo que las drogas de abuso son famosas", indicó.

Hoebel dijo que el efecto no sería producto del azúcar en sí, sino del acto de consumir mucho azúcar.

En otro experimento, a ratas alimentadas de esa manera se les quitó el azúcar durante varias semanas. Cuando se las autorizó a consumirlo nuevamente, comieron más que antes.

"Es casi como si tuvieran abstinencia de azúcar", indicó el experto.

ALCOHOL

Cuando el equipo le ofreció alcohol a las ratas en lugar de agua azucarada, los animales que habían consumido azúcar bebieron más alcohol de lo que tomaría una rata normal. Además, presentaron signos de hiperactividad cuando se les administró lo que normalmente sería una dosis inocua de anfetamina.

"Todavía no sabemos qué sucedería con las personas", dijo Hoebel. "Existiría una relación entre los desórdenes conocidos tradicionalmente como abuso de sustancias y el desarrollo de un deseo anormal por un compuesto natural, en este caso, el azúcar".

Por su parte, Melanie Miller, portavoz de la Asociación del Azúcar, que es un grupo industrial, indicó que actualmente no hay evidencia de que el azúcar sea adictivo para los humanos.

El estudio fue financiado por el Instituto Nacional de Abuso de Drogas y el Instituto Nacional de