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jueves, mayo 28, 2009

Oracion del primer paso

Oracion del primer paso



Señor admito que soy impotente ante la comida.

Admito que mi vida es ingobernable cuando intento controlarla.

Ayúdame este día a entender el verdadero significado de la impotencia.

Elimina de mí toda negación de mi adicción.

sábado, mayo 23, 2009

Soy gordo, ¿por qué tengo que pagar dos asientos?
400 millones de obesos severos en el mundo tienen que costear de su bolsillo los medicamentos, dietas, entrenadores personales, psicólogos y cirujanos, una situación inadmisible en otras enfermedades crónicas
Articulo original de ALEJANDRA RODRÍGUEZ escrito en el elmundo.es


¿Le negaría usted la insulina a un diabético tipo 2 con el argumento de que sus malos hábitos de vida le han llevado a que su metabolismo de la glucemia sea ineficiente? ¿Descartaría la terapia oncológica para un fumador empedernido que ha terminado desarrollando un cáncer de pulmón? ¿No autorizaría la cirugía a quien sufriera un melanoma por haber tomado el sol en exceso durante años? Seguramente se ha llevado las manos a la cabeza ante estas preguntas pero, en ese caso, ¿por qué no se ve con tan malos ojos que los obesos tengan que pagar sus medicamentos, que tengan que sufragar de su bolsillo un balón intragástrico o que en algunas ocasiones se les penalice por ocupar más espacio (transporte aéreo) o por, supuestamente, comer más y generar más basuras? Los que sufren este problema empiezan a decir «basta ya» ante lo que supone una discriminación manifiesta con respecto a otras enfermedades crónicas.

Hace un par de meses, la compañía aérea estadounidense United Airlines destapaba la caja de los truenos cuando anunciaba su intención de cobrar dos billetes a los viajeros obesos. El argumento para justificar esta actuación no es otro que estos voluminosos pasajeros ocupan el espacio equivalente a dos plazas y que, por tanto, deben abonar el importe de ambos asientos.

A pesar de lo rocambolesca que pueda parecer esta medida, lo cierto es que la mayoría de las aerolíneas siguen esta política que los afectados consideran discriminatoria.

«Nos hacen pagar el doble, pero no tenemos un servicio acorde. Los cinturones no nos abrochan, no comemos, entre otras cosas, porque no podemos bajar la bandeja, casi no cabemos por los pasillos y tampoco entramos en el baño; es más, el reposabrazos que separa dos asientos suele ser estático, de manera que pagas dos, pero solo ocupas uno, y de mala manera», esgrime Manuel Fernández, portavoz de la Asociación Global de Obesos (AGO) y sufridor, en más de una ocasión, de situaciones de este tipo.

Parapléjicos, usuarios en silla de ruedas y otros discapacitados se han enfrentado en numerosas ocasiones al bochorno de tener que abandonar al avión antes de despegar o a no poder embarcar ante la imposibilidad de ocupar su lugar digno en la aeronave.

Sin embargo, la ley no justifica en absoluto semejante manera de gestionar los vuelos. «El mercado único de servicios aéreos debe resultar beneficioso para todos los ciudadanos. Por consiguiente, las personas con discapacidad o movilidad reducida por motivos de discapacidad, edad o cualquier otro factor deben tener las mismas oportunidades de utilizar el transporte aéreo que los demás ciudadanos», reza la primera consideración del Reglamento 1107/2006 del Parlamento Europeo y del Consejo.

«No debe, por tanto, denegarse el transporte a las personas con discapacidad o movilidad reducida alegando estos motivos», continúa el texto, que además recoge la obligatoriedad de las compañías a adecuar sus aviones a esta circunstancia y a habilitar un número determinado de asientos para estos usuarios.

EJEMPLO CANADIENSE

La Corte Suprema de Canadá resolvió a favor de los enfermos obesos e instó a las líneas aéreas a transformar sus aparatos, ya que el coste de esta medida era irrisorio en relación a los beneficios económicos anuales de las empresas implicadas, y declarando ilegal la exigencia del pago de dos asientos. Así, el lema «'One person, one ticket'» (una persona, un billete) se convirtió en el eslogan de miles de gordos en todo el mundo que, además, denuncian que la controversia de los billetes de avión no es más que la punta del 'iceberg'.

«El paciente obeso está discriminado socialmente, en el ámbito laboral y, por supuesto, en el médico», explica Basilio Moreno, jefe de la Unidad de Obesidad del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y presidente de la Fundación de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO).

Y es que, hasta hace apenas una década, todavía permanecía vigente la idea de que el exceso de peso únicamente era una cuestión de glotonería y vagancia.

Fue en 1994, con el descubrimiento de la leptina (una hormona implicada en la sensación del apetito y el metabolismo de las grasas), y con las investigaciones que demostraron que los adipocitos (células grasas) se comportaban como verdaderas glándulas endocrinas causantes de la alteración del metabolismo, cuando se empezó a difundir la idea de que la lucha contra la obesidad mórbida tenía que ir más allá de la restricción calórica y hacer actividad física regular.

Moreno y otros especialistas en sobrepeso se encuentran reunidos estos días en Zaragoza para poner al día las novedades y avances en el estudio de por qué se acumulan kilos de más y, sobre todo, por qué es tan complicado deshacerse de ellos.

Como ya hicieron en años anteriores, estos expertos volverán a insistir en la necesidad de que el paciente con exceso importante de peso sea tratado como cualquier otro enfermo ya que, de hecho, la obesidad está considerada como patología crónica desde el año 2003.

«Tienen derecho a un tratamiento integral, igual que los diabéticos o los dislipémicos», señala Moreno. Para cumplir este objetivo, los expertos redactaron hace dos años un documento, denominado Declaración de Zaragoza, que todavía sigue vigente, ya que el cumplimiento de los objetivos aún no es un hecho.

REIVINDICACIONES

En dicho escrito, se reclamaba la concienciación de la sociedad y la comunidad médica del hecho de que la obesidad es una patología crónica y que, como tal, hay que regular la financiación de los medicamentos que han demostrado su eficacia a la hora de manejarla (orlistat y sibutramina), la elaboración de guías terapéuticas específicas, la formación continuada en materia de nutrición de los facultativos y especialistas que atienden a la persona obesa -la mayoría de los galenos admite que no recibe este tipo de instrucción en la carrera y que no se siente plenamente capacitado para asesorar a sus pacientes-, así como la creación de Unidades Funcionales de Obesidad en Atención Especializada capaces de ofrecer el tratamiento multidisciplinar al que aludía el presidente de la Fundación SEEDO.

«Un obeso necesita dieta, un programa de ejercicio que pueda llevar a cabo [su volumen les impide moverse con facilidad], atención psicológica para aguantar el sacrificio, la depresión, la ansiedad y para fijarse metas realistas, tratamiento farmacológico y asesoramiento personalizado en el caso de que quiera optar a soluciones quirúrgicas porque somos un blanco muy fácil para todos los desaprensivos que quieren aprovecharse de nuestra desgracia», enumera Isabel Castelnou, presidenta de AGO.

Precisamente, éste es otro de los puntos en los que incide la Declaración de Zaragoza, en la necesidad de que la Administración Pública vigile y sancione los métodos no contrastados o directamente fraudulentos para, supuestamente, tratar el exceso de peso.

«Todos hemos probado cualquier dieta, pastilla o remedio que nos han ofrecido, independientemente de que tuvieran o no base científica; somos muy vulnerables por el estigma que implica ser tan gordo», admite el portavoz de dicha asociación de pacientes.

Y es que el tratamiento de la obesidad mórbida es uno de los más frustrantes, tanto para los especialistas como para los pacientes. Los hábitos nutricionales y de vida no son fáciles de seguir y mantener a medio y largo plazo, y no surten un efecto realmente significativo cuando sobran tantos kilos.

Los fármacos no son numerosos, tienen efectos secundarios nada despreciables que hay que vigilar de cerca, y tampoco son efectivos en la totalidad de los pacientes.

Ni siquiera las alternativas más drásticas son la panacea. El balón intragástrico (BIG) -introducción de un globo por vía endoscópica que se hincha en el estómago para reducir su capacidad- se publicita como una solución sencilla, no quirúrgica y exenta de terapia farmacológica; lo cual, aparte de no ser cierto, ha contribuido a extender la percepción de que se trata más de una solución estética que médica.

Los usuarios del BIG han de tomar medicación para proteger el balón y han de seguir controles periódicos para comprobar que no se haya perforado, así como para vigilar los niveles de vitaminas, minerales y otros micronutrientes, de los que pueden aparecer carencias debido a la dieta estricta.

Por su parte, la cirugía bariátrica ('bypass' gástrico) no es, en absoluto, un paso sencillo. Esta intervención es un 'órdago a la grande' y se llega a ella cuando la única alternativa que hay es la muerte en un plazo muy corto.

Por si fuera poco, no todos los pacientes obesos son candidatos a pasar por el quirófano para reducir el tamaño de su estómago. Las patologías asociadas y el deterioro físico que suelen arrastrar hacen que la operación sea inviable para muchos de ellos.

Incluso cuando llegan a la mesa de operaciones, se plantean problemas logísticos -disponer de camillas más grandes y robustas, así como de grúas para transportarlos- y quirúrgicos, empezando por la anestesia. «La papada y el volumen de su cuello hace que la intubación sea muy complicada; la dosis de fármacos es difícil de calcular porque hay gran cantidad de tejido graso que no conviene anestesiar, ya que luego el organismo tarda mucho en eliminarlos. Finalmente, cuando un paciente tan grande se tumba boca arriba, el peso comprime la caja torácica y el abdomen, lo que dificulta la liberación de la vía aérea», detalla Jesús de Vicente, médico adjunto del Servicio de anestesia del Hospital La Paz (Madrid).

Por si todo esto fuera poco, el posoperatorio, crítico para cualquiera que haya pasado por el quirófano, es especialmente delicado en el caso de los obesos mórbidos. Los ecógrafos no son tan certeros, los valores de las analíticas de sangre y orina difieren de los pacientes convencionales, la palpación del especialista para comprobar el estado de los órganos internos no es tan eficaz, el organismo del paciente (normalmente deteriorado antes de la operación) puede reaccionar de manera absolutamente diferente a como cabría esperar en un sujeto normopeso...

En definitiva, un rosario de complicaciones potenciales y de dificultades reales que hacen que el enfermo obeso lo tenga, si cabe, más crudo que cualquier otro individuo al que se trata como tal.

«Es indignante escuchar que estás así porque eres una glotona o porque no sabes controlar lo que comes; ni siquiera los majares más abundantes y sabrosos pueden compensar los sinsabores que la obesidad te acarrea a diario, ni las enfermedades que acabas arrastrando por culpa de esta patología», reivindica Isabel Castelnou.

'Muchas veces me veo fuera de esta sociedad'

ISABEL CASTELNOU. PRESIDENTA DE AGO

130 KILOS. OBESIDAD MÓRBIDA SEVERA

Isabel es una luchadora nata. Desde hace años se ha revelado contra todas y cada una de las pequeñas y grandes cosas que han supuesto en una vida, que por cuestiones psicológicas y hormonales, le ha echado más de un centenar de kilos encima de sus apenas metro cincuenta de estatura. «No quiero hacer apología del michelín. Hay que acabar con el mito del gordito feliz porque yo no quiero estar así, no puedo estar orgullosa de estar enferma; admito que tengo un problema, pero no encuentro las herramientas para solucionarlo y tampoco se me facilita el acceso a las mismas», resume. «De lo que sí lo estoy es de trabajar para que se me trate como a una persona que tiene un problema de salud que dificulta su vida; además, los dispositivos y servicios adaptados que pedimos no sólo benefician a los gordos, sino a mucha más gente que, por una silla de ruedas, por estar embarazada o ir cargado ocupa más espacio», esgrime la presidenta de AGO que a diario pasa el mal trago de atascarse en los tornos del metro o de recorrer con dificultad el pasillo del autobús para acabar clavándose el reposabrazos. Actualmente está en el paro y es consciente de que su peso supone una dificultad añadida a la hora de encontrar un nuevo empleo. «A veces lo entiendes porque los empresarios tienen ventajas cuando contratan a alguien en riesgo de exclusión social, a una minoría, a un discapacitado... pero no a un obeso que también sufre una minusvalía y que puede hacer muchas labores», se lamenta esta paciente que ha tratado de adelgazar cientos de veces. «Una vez perdí 40 kilos, pero en cuanto se me acabó el dinero para costearme el tratamiento multidisciplinar...», rememora Isabel.

'No estamos tan unidos como otros pacientes'

MANUEL FERNÁNDEZ DEL CAMPO. PORTAVOZ DE AGO

130 KILOS. OBESIDAD MÓRBIDA EN GRADO III

«No queremos ser enfermos, pero si se nos ha admitido como tales, queremos un trato digno. No nos pueden penalizar por ello». Así de tajante se muestra Manuel, que por culpa de sus kilos de más no puede abrocharse los zapatos, se cansa fácilmente y tiene el corazón sobrecargado. «De todas formas, muchas veces lo peor es el desprecio con el que te mira la gente por la calle; algo que las mujeres llevan incluso peor que los varones obesos», reflexiona. Manuel hace hincapié en la necesidad de que los afectados por este problema tomen conciencia del mismo. «A veces nos creemos que esto es un asunto que concierne al que pesa 300 kilos y hay que sacarlo con una grúa por la terraza de su casa; no somos una piña y así no podemos hacer tanta fuerza como otros colectivos», reivindica el portavoz de AGO, que, no obstante, admite que la mayoría de los obesos pasa un mal trago por el mero hecho de salir a la calle, de manera que es más difícil que entre ellos cunda el asociacionismo. «Hay un largo y difícil camino por recorrer, pero la obesidad mórbida es una minusvalía que nos pone en desventaja con respecto al resto de la población y tenemos que reclamar nuestros derechos; los mismos que tienen otros enfermos crónicos que sufren discapacidades, ni más ni menos». Finalmente, Manuel destaca la paradoja de que la Seguridad Social pague los fármacos que sirven para tratar las comorbilidades asociadas a este exceso de peso exagerado (hiperlipemias, diabetes, hipertensión, cirugía ortopédica...) y, sin embargo, el obeso que quiera manejar su patología antes de que aparezcan todos estos trastornos tiene que costearse los fármacos, el dietista, el psicólogo y, llegado el caso, el balón intragástrico.

martes, mayo 19, 2009

COMEDORES COMPULSIVOS. NAVARRA DIRECTO

miércoles, mayo 06, 2009

Carta de un obeso morbido

Texto original extraido de gordos.com


Carta de un obeso morbido

Hola!, tengo cuarenta años y padezco obesidad mórbida.


Escribo estas líneas para testimoniar mi experiencia. Toda persona que padece este problema sabe las limitaciones que tenemos que soportar día a día y os puedo decir que a estas alturas no entiendo como no hacemos algo para remediarlo.

Quiero que se me entienda, la sociedad en general no se lo pone fácil a una persona gorda, una persona gorda es un incordio, ocupa mucho espacio, padece muchas complicaciones físicas a causa de su obesidad, provocando el consiguiente gasto en la Seguridad Social, en los empleos se le discrimina porque se le supone lenta e ineficaz, una persona gorda o da pena, o se le detesta, con lo cual debe tener mucho cuidado con lo que dice para que no se le rechace a las primeras de cambio, estoy hasta las narices de ser gorda.

No puedo hablar por todo el mundo, supongo que hay muchos caminos para llegar a ser una persona obesa. Pero en mi caso, si bien tengo una propensión a engordar que me viene de familia, estoy gorda por comer descontroladamente, todavía no se muy bien porqué, mi relación con la comida es una mezcla de recompensa-castigo, me esfuerzo por entenderlo, pero algo me limita, algo muy dentro de mí hace que me contradiga, que me autodestruya lentamente, sin prisa, pero sin pausa.

En ocasiones me revelo, me dá rabia que me digan que si fuese delgada las cosas me irían mejor, no quiero darles la razón, pero en el fondo pienso que la tienen, por eso me indigno.

La psicología es complicada, los traumas profundos y las cicatrices del pasado no se ven, pero están ahí. En muy pocos casos se llega a ser obeso/a sólo por causas hormonales, no nos engañemos.

Hay quien es obeso desde pequeño, hay quien oscila de gordo a delgado, hay quien se convierte en obeso en la edad adulta..., hay para todos los gustos. Pero hay una cosa que tenemos que tener en cuenta: SOMOS ADULTOS Y RESPONSABLES DE NOSOTROS MISMOS, PODEMOS HACER QUE LAS COSAS CAMBIEN.
Con esto no quiero decir que sea fácil, pero encarar las cosas es el principio de la victoria, engañándonos a nosotros mismos, no venceremos.

Rechazo profundamente la idea del cánon de belleza, es una falacia, una falsedad atroz ,dañina y el orígen de mucha tragedia y de que haya obesidad, anorexia y bulimia. La sociedad de consumo dicta las modas y las tendencias con el único fin de alimentarse a sí misma, de cosechar más y más beneficios y de reducir costes al precio que sea, reduciendo tallas para no gastar tela, reduciendo espacios para tener más asientos en los locales, haciendo que la gente coma más y peor, que se vuelva sedentaria, pero a la vez, induciendo formas artificiales de adelgazar, de mantenerse en forma...

En medio de semejante aberración, ¿es extraño que estemos desquiciados?

La belleza, y no es un tópico, está en el interior y se transmite al exterior y por medio de uno mismo, hacia los demás, poco importa si nuestras facciones son regulares, la longitud de nuestras piernas, si tienes mucho pecho, la longitud del pene...

Para finalizar, mi solidaridad y apoyo a la gente que sufre horrores, que no se puede mover, que tiene serios problemas de psicológicos, de salud.
Desde aquí hago un llamamiento a toda la gente que sin duda podría hacer mucho para ayudarnos, a los profesionales de la salud y a la sociedad en general.
Estoy convencida de que un enfoque acertado del problema supondría el alivio de mucho sufrimiento y lo que es más paradójico, un alto beneficio económico y social.

Un fuerte abrazo.



Me ha gustado este texto. Opino que no se puede cambiar la mentalidad del mundo entero, pero si puedo proponerme cambiar yo. No por los demas, ni por estetica, si no por CALIDAD DE VIDA.


Soy un exobeso morbido que encontre la salida SIN CIRUGIA.

mi historia: http://psicorad.blogspot.com

Y estas son las personas

http://www.comedorescompulsivosanonimosmadrid.com


http://www.comedorescompulsivos.es

que me ayudaron a dejar de malvivir y empezar a vivir, sin usar la comida para castigarme o premiarme. Me enseñaron a separar mi comida de mis emociones, que la delgadez no es todo. Hay mucho + detras de mi cuerpo y mis atracones, o no parar de comer en todo el dia. Hay una enfermedad, k se puede detener y mejorar. Una enfermedad terrible contra la que tengo que trabajar centrandome en mi, en como vivo y me siento y olvidandome de querer controlar la comida. Se trata de la compulsion por la comida, LA ADICCION A COMER. Otros son alcoholicos, drogadictos, ludopatas. Yo soy adicto a comer, sobre todo mis ALIMENTOS COMPULSIVOS

Aprendi que si yo no puedo con la comida, alguien podra, solo tengo que buscarlo y encontrarle, y pedirle ayuda, aunque no crea en el.

Este fue mi ultimo recurso. Era esto u operarme. Muchos mueren por el camino, o no tienen dinero. Esto es sin animo de lucro y voluntario. Viene quien quiere, las puertas estan abiertas siempre para salir y entrar. Antes d operarte, no pierdes nada, ven, escucha. kizas haya una solucion en comedores compulsivos anonimos. Fue 50kg menos y una vida nueva para mi.

¿por que otros enfermos merecen ayuda y comprension y nosotros no? ¿por que hay una asociacion contra el cancer y no hay una para lo nuestro? Yo creo que si la hay, yo la encontre y me ayudo.

Antes:



Despues: