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martes, agosto 18, 2009

La crisis se tumba en el diván

Esto ya lo sabia yo. Cuanto peor mal mundo, mas locos nos volvemos. Ahora me rio de la famosa crisis, y de la gripe A. Para mi la crisis empezo hace cinco años. Vi los primeros signos, y alli se gesto la chispa que salto mi enfermedad. Recai en la comida cuando me quede sin trabajo el año pasado, y gracias a dios pude salir adelante trabajando por mi cuenta.

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http://www.cadenaser.com/tecnologia/articulo/pasa-vida-online-mueres/serpro/20090818csrcsrtec_3/Tes

Hay un indicador muy fiable de la crisis económica que no lo elabora el Banco de España ni el Instituto Nacional de Estadística y del que nunca hablan los especialistas del Fondo Monetario Internacional. Los datos no los recogen aplicados funcionarios expertos en complejas contabilidades macroeconómicas y equipados con calculadora y ordenador, sino profesionales de bata blanca con tensiómetros y fonendoscopios. Sus resultados no se reflejan en términos de PIB o actividad industrial, ni siquiera en volumen de parados o caída del consumo. Lo que mide ese indicador es la salud mental de los ciudadanos. Y hay una regla que no falla: unos meses después de que se desate la crisis, se dispara el número de consultas de psiquiatría, tanto en los centros de atención primaria como en los hospitales. Todos los especialistas consultados por este periódico destacan que desde finales de 2008 se ha notado un incremento sustancial del número de pacientes con depresión o problemas de ansiedad. Recesión es sinónimo de depresión.
La crisis ha venido a agravar un problema ya muy extendido en las sociedades occidentales. Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión es la cuarta causa de baja laboral en el mundo, al menos en el ámbito occidental. Además, estaba creciendo a buen ritmo incluso antes de que el verano pasado terminara bruscamente una larga etapa de prosperidad. La propia OMS estima que para 2020 será el segundo motivo de incapacidad temporal.
Más casos, más jóvenes
Vicente López, del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS) de Valencia, una organización vinculada a CC OO, explica que asociaciones médicas de todo el mundo hablan de una relación directa entre crisis y deterioro de la salud mental, pero es difícil encontrar indicadores que den cifras concretas. José Ángel Arbesú, un médico asturiano que dirige la mesa de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, cree que es evidente «que han aumentado mucho los casos de ansiedad, sobre todo entre quienes ya estaban diagnosticados» y que están empezando a darse «entre los jóvenes». Son también más frecuentes en hombres que en mujeres, sostiene Salvador Moncada, del ISTAS de Barcelona.
No hay datos concretos pero sí algunos indicadores llamativos. Por ejemplo, las consultas de psiquiatría en el Hospital de Santiago de Vitoria, una de las capitales más castigadas por la crisis industrial en el último año, crecieron un 16% en el primer trimestre respecto del mismo período del ejercicio anterior. El valor estadístico del dato es grande porque se trata de un centro que atiende a muchos pacientes de este tipo. Después de un largo período de crecimiento sostenido en el número de consultas, se había producido un leve descenso desde el año 2003. El pasado ejercicio ya terminó con un leve repunte y 2009 ha comenzado con un incremento sin parangón en los últimos tiempos.
Otro dato es algo más difícil de interpretar: el consumo de medicamentos relajantes que se anuncian en TV y que se suministran sin receta se ha disparado. La venta de ansiolíticos prescritos por los especialistas ha crecido un 15%, un porcentaje menor que en el caso anterior.
Esto último parece sugerir un aumento de las situaciones de estrés que aún no han sido percibidas como graves, de manera que quienes las padecen todavía no han ido al médico. ¿Sus síntomas? Insomnio, nerviosismo general, inapetencia sexual, cansancio, obesidad, problemas en la piel (picores, alergias) y bruxismo (rechinamiento involuntario de dientes), entre otros.
Incidencia variable
En todo caso, los especialistas advierten de que la incidencia de la crisis en la salud mental varía de forma notable según los colectivos de los que se hable. «Muchos pacientes con trastornos bipolares o con otras patologías, como la depresión recurrente y algunos con esquizofrenia son especialmente vulnerables», explica Ana María González-Pinto, jefe clínico del Hospital de Santiago, de Vitoria. Un segundo grupo, el de pacientes diagnosticados que pierden su empleo por la crisis, es también muy sensible. «El paro es un factor estresante que desencadena descompensaciones en su estado», añade. No estamos ante un colectivo pequeño porque el 5% de la población padece algún problema de depresión y el 2% un trastorno bipolar.
El tercer grupo es el de personas sanas pero que al verse en situaciones difíciles (pérdida de empleo en el caso de los trabajadores, cierre de su negocio o amenaza de embargo por impago de los créditos en el caso de pequeños empresarios) se ven «afectados por trastornos de ansiedad o ansioso-depresivos». A juicio de González-Pinto, este no es el colectivo más numeroso, pero sí el que llama más la atención «porque sin haber tenido contacto previo con el médico por este motivo aparecen con trastornos que en ocasiones son relativamente graves».
No se trata sólo de problemas que afecten a quien se ha quedado sin trabajo o sin negocio. «La amenaza de pérdida de empleo es casi tan grave en términos de salud», asegura Salvador Moncada. El problema se extiende, por tanto, como una mancha de aceite. Cuando en una empresa se anuncia un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), la ansiedad crece entre quienes se van a quedar en la calle, pero también entre quienes mantienen su empleo. «La incertidumbre genera patología psiquiátrica», recuerda González-Pinto. Son muchos quienes se libran de verse afectados hoy por un ERE, pero temen que si la crisis continúa no se salven del próximo. «Hay también quien se siente culpable frente a quienes pierden su trabajo, y eso genera ansiedad».
Problemas con el alcohol
La magnitud del problema se entiende a partir del hecho de que en un año el paro casi se ha duplicado y hay sectores completos que viven con la amenaza de una gran caída de la demanda y por tanto parecen abocados a un 'adelgazamiento' de su dimensión. Y luego están las personas sobre las que no pende amenaza concreta alguna pero que por su carácter sufren verdadera angustia. Imanol Querejeta, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Donostia, ha atendido en los últimos meses a muchos pacientes cuyo estado se ha deteriorado por la alarma general causada por la crisis. «Si una persona es de tipo obsesivo, se puede preocupar hasta el agobio más absoluto por temas como el futuro de sus ahorros o su pensión. La angustia llega en algunos casos a tal extremo que su calidad de vida se deteriora de forma evidente».
Aún hay otro efecto de la crisis económica en amplias capas de la población que empieza a preocupar a los especialistas: se trata de un aumento de los problemas ocasionados por un consumo abusivo de alcohol y tabaco, y en menor medida también de otros productos de tipo adictivo. Muchas personas en paro o que temen estarlo a corto plazo tratan de frenar así la ansiedad.
No es un fenómeno que sorprenda a los profesionales de la salud mental. Estaban preparados para ello, como lo están para atender a los nuevos pacientes que sin duda van a llegar a su consulta tras el verano. Pasa cada año, porque el otoño es mala época para quienes padecen algún tipo de trastorno, explica González-Pinto. Pero esta vez el crecimiento del número de pacientes será mayor porque a ese fenómeno estacional se sumará el efecto devastador de un mercado laboral que en septiembre (pueden apostar por ello) dará otro disgusto. La crisis se tumba en el diván.