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miércoles, agosto 15, 2012

Estudiando mi adicción con la comida


Comer en sociedad: es algo que me da muchos problemas. Comer para celebrar algo, comer rodeado de gente que habla, comer de pie y cosas de picoteo. Todo esto para mi es muy complicado por que me relajo y bajo la guardia. NO soy consciente de lo que como, abro la puerta, y todo para adentro.

Los frutos secos, para mi alimento son un alimento dudoso y con gran peligro.  Se que la duda esconde la mentira en la que no quiero reconocer un alimento compulsivo. Lo llamo dudoso por que lo como una vez y no pasa nada. No es tan fuerte como la harina y el azúcar. Pero una vez y otra vez, separadas por días, es como una grieta en una presa que cada vez se va haciendo mas y mas grande. Siempre es poquito a poquito, la bola de nieve. Las recaídas empiezan en mi caso por poquitos, y estos frutos secos son esos poquitos. Los como por la excusa del hambre, que si no hay otra cosa para comer, que si he comido poco. En el fondo se que estas cosas que se comen con la mano para mi son compulsivas. No querer reconocerlo es mantener la puerta abierta a la gula.

Mi nevera, es una trampa mortal, astuta y sigilosa. Vivo en un piso pequeño, y la nevera es pequeña también. Eso hace que tenga poco espacio para almacenar comida  y que siempre tenga la justa.  Es cuando se me va acabando la comida, y no tengo lo que necesito, cuando me tengo que buscar la vida comiendo fuera, o ir al supermercado. Y esto me inestabiliza. Una nevera pequeña significa mas viajes al super, es decir, enfrentarme mas veces a mi adicción a la comida en ese lugar tan peligroso para mi.

Realmente el problema esta en el congelador que es muy pequeño, que es donde guardo lo que mas como, la base de verduras congeladas que uso para la mayoría de mis platos. Una vez, una compañera me dijo que no comiera verduras congeladas. Yo lo hago por comodidad y rapidez a la hora de cocinar. Pero he pensado que quizás debería no comprar tanto congelado y comprar lo mismo pero en envases que se puedan conservar a temperatura ambiente. Aunque la solución parece que va a pasar por mudarnos a un piso mas grande, con una cocina y nevera mas grande. Es increíble como cada pequeño aspecto afecta a mi abstinencia.

La maquina de comida de la oficina: otra trampa con la que tengo que convivir en el día a día. Normalmente no llevo dinero, pero ni por esas me salvo. En la oficina han aprendido a que eche cosas golpeándola y zarandeándola. Con el calor del verano la maquina sonaba mucho, por que es como una nevera. Y para que dejara de hacer ruido hay que golpearla. Así que con esa escusa allí que íbamos todo el día a darle de golpes, deseando que cayera algo. Eso es gula, con la excusa de “bueno vamos a darle a ver si se calla”, aunque realmente el sonido si es bastante molesto cuando la oficina esta totalmente en silencio.

miércoles, agosto 01, 2012

inventario sobre viajes y supermercado


Los viajes: En los últimos meses me he permitido viajar e ir a cuantos eventos he querido. Viajar hace que mi rutina de comidas se tambalee. Era en los viajes cuando comía frutos secos, porque no había otra cosa, con la excusa de que había comido poco. Poco a poco en cada viaje empecé a notar como mi plan de comidas se torcía cada vez mas. Y me dejaron de merecer la pena los viajes, porque tampoco me lo pasaba tan bien.

Mi novia me presiona por que quiere viajar, ver mundo. Lo asocia a conocer y ver gente, yo hay detrás veo su egocentrismo y su codependencia, su adicción a la gente. Yo no necesito a nadie para estar bien, no me aburro conmigo mismo. Y yo no me aburro en la ciudad.  Siempre tengo cosas que hacer, gente a quien ver, algo que leer o que escribir.

El supermercado: Hacer la compra es algo que actualmente me supera. Ir a un supermercado me pone compulsivo. Me inunda de tentaciones. Estuvo mi pareja unos días fuera, y yo me vi obligado a tener que comprar mi propia comida. Cuando llevo un tiempo abstinente, mi problema con los supermercados se mitiga o desaparece. Pero el hecho de llegar tocado por los cumpleaños y los viajes, hizo que a la segunda o tercera ver que puse un pie en un supermercado, no lo pudiera soportar y  comprara algo compulsivo para mi.

Todo empezó un día que hice un pequeño viaje en coche, y acabe en una zona lejos de casa a la que no voy habitualmente. Allí había un supermercado de una marca a la que no voy nunca, y entre por variar. Realmente siempre compramos en el mismo sitio y así pronto me termino aburriendo de la misma comida. Creo que en esta decisión hubo gula por mi parte. Bueno ya que estoy aquí, voy a hacer algo de compra y voy a variar algo. No caí en aquel momento, pero ya me di permiso para entrar a un supermercado, cuando realmente yo lo que debería de hacer es pedir la comida para que me la repartan a domicilio como he hecho muchas veces.

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